Esta mañana vamos a hablar del verdadero significado de la meditación. Hay muchas quejas en el mundo del ocultismo respecto a la meditación. Muchos aspirantes dicen que parece que no logran meditar, o que no saben como, o que no saben si están meditando realmente o no, o que no pueden sostener la mente enfocada, etc. Para empezar, necesitamos aprender qué es meditar, para poder desarrollar una mayor claridad mental al respecto y aprender a hacer un mejor uso de este principio, para que nos ayude en el Sendero del Retorno.
La corriente oriental de pensamiento nos dice que uno ha de llevar a cabo muchos ejercicios de concentración. Una forma de hacerlo es dar al aspirante un objeto sobre el que ha de concentrarse. Esto rara vez funciona. La mente occidental no suele fascinarse lo suficiente con un objeto singular como para que la atención distraída de la mente no tenga que volver una y otra vez al objeto. Las mismas fuentes Orientales nos dicen que la meditación no sucede hasta que el aspirante ha desarrollado un alto grado de concentración. En nuestro trabajo, el desarrollo de la concentración y la meditación del aspirante siguen una ruta diferente. Por eso hay tantos símbolos en este trabajo. Los Adeptos del pasado conocieron los principios de la consciencia y los usaron para ayudar a los aspirantes a tratar con su propia consciencia.
En la Tradición Occidental usamos cierto tipo de símbolos, grifos sintéticos e imágenes pictóricas para educar al aspirante en el arte de la concentración y la meditación, pero el adiestramiento es diferente al realizado por otras escuelas en el pasado e incluso quizá en el presente. Carl Jung se aproximó a la idea del empleo de lo símbolos de forma maravillosa y ayudó a que muchas personas emprendiesen el sendero espiritual al descubrirles el poder del uso de los símbolos.
No debiera sorprendernos que los símbolos tuviesen tal poder, usados con propiedad. Soñamos con imágenes pictóricas, que son símbolos. El habla es un símbolo de segundo orden. Primero tenemos una idea sin forma, luego la consciencia le da una forma. Este es su símbolo básico o raíz. El pensamiento le da su forma, y después usamos unas pocas palabras para comunicar la forma o la imagen pictórica que estamos sosteniendo. El habla es bastante indirecta en cuanto a su capacidad de decirnos lo que es la mente y la consciencia, lo que ésta puede hacer y, ciertamente, en cuanto a su habilidad para ayudarnos a concentrarnos y meditar. Al fin y al cabo, nuestra consciencia permanece aún en un estado en el que merodea indisciplinada, bastante parecido al animal. Normalmente, la mente deambula pensando sobre qué pasó ayer y qué puede pasar mañana. Salta de un lado a otro, porque asocia ideas. Raramente permanece en un solo rail. Pero cuando un científico está llevando a cabo un experimento, su consciencia permanece bastante enfocada: ¿por qué? Tomad nota: ¡ESTÁ INTERESADO!
Este es uno de los secretos principales sobre como usar la consciencia en la meditación. Es vital respecto de nuestro logro espiritual. El científico está interesado y puede trabajar y trabajar con una idea porque está enfocado. Lo mismo con un artista. Se llega a perder dentro de una idea. Esto es concentración. ¿Por qué se concentran tan intensamente el artista y el científico? A causa de su profundo interés. El tratar de ver a Dios desde un área que no atrae naturalmente nuestra atención es ir en contra de los principios de la consciencia. No “usas lo que tienes” para ayudarte. Ninguno de nosotros tenemos que aprender a concentrarnos o meditar. No estaríamos aquí si no supiéramos hacerlo. Hizo falta una gran cantidad de meditación y concentración para que cada uno de nosotros construyese su cuerpo en todos los estados por los que ha pasado. Fue un esfuerzo de una gran concentración, que puede explicar por qué estamos tan encantados con nosotros mismos. La cosa que más nos interesa es nosotros mismos ¿Por qué? Bueno ¿Por qué no? Solo a través de nosotros mismos encontramos un punto focal que realmente nos va a permitir saber quién y qué somos. En tanto en cuanto cada uno de nosotros es un centro de consciencia para Dios, cuando nos concentramos, con bastante naturalidad, en nosotros mismos, nos estamos concentrando en Dios. Estamos encantados e interesados en todo lo concierne al yo.
Por supuesto, el inmaduro expresa este principio de forma inmadura e incluso maligna, lo reconocemos. No obstante, las repercusiones de tal inmadurez proporcionan una percepción superior un aprendizaje paulatino. El principio de estar vitalmente interesado en uno mismo está bien, y no hay que pensar que es indicativo de algo terrible. No se puede hacer nada al respecto. Hemos de tener ese interés en nosotros mismos o seríamos incapaces de aspirar. Ser capaces de expresarnos en el plano externo, capaces de usar nuestro vehículo, son pruebas de que tenemos una tremenda habilidad para concentrarnos. Este es solo un ejemplo; Un niño jugando muestra un alto nivel de concentración. Nació sabiendo cómo hacerlo. Todo lo que ha tenido que hacer es ir volviéndose lo suficientemente mayor como para dejar que su consciencia empezase a trabajar con ciertas ideas. Su cerebro hizo crecer un vehículo hasta el punto en que era capaz de concentrarse en cosas tales como el juego, el habla, el tacto, etc. Incluso en la niñez no hemos tenido que aprender a concentrarnos. Ya sabíamos.
Tampoco hemos tenido que aprender a enamorarnos ¿no? ¿Hay algo más concentrado que estar enamorado? La consciencia está tan enfocada y tan enfilada como nunca. Despertarse, dormirse, comer, trabajar, todo se resuelve alrededor de un pensamiento. Es un acto natural de concentración y meditación, porque cuando amamos realmente, hay una tremenda energía tras el foco total de la vida. Se convierte en una especie de meditación, especialmente para quienes tienen capacidades emocionales maduras. No tuvimos que aprender a enamorarnos, a jugar o a construir nuestros cuerpos en esta encarnación. En un momento dado, cuando comenzamos nuestro viaje, mayormente inconsciente, desde Dios, y de vuelta a Dios con percepción consciente, “aprendimos” a juntar los materiales de sustancia cósmica para construir nuestros cuerpos en actos de concentración. Aprendimos cómo hacerlo más y más como seres auto-conscientes, y lo hemos estado haciendo durante milenios, para llegar a nuestro actual nivel evolutivo. Somos seres antiguos, cada uno de nosotros, mucho más de lo que podemos empezar a comprender, aunque aún somos manzanitas verdes en el Árbol de la Vida. Y algunas de ellas, tremendamente ácidas. No obstante, como sabéis, las manzanas ácidas maduran.
Meditación y Concentración son poderes y habilidades. Como son algo que ya tenemos, lo que necesitamos es comprenderlo para poder operar con las leyes de nuestra propia consciencia. Así podemos dirigir nuestra concentración y nuestra meditación sobre las áreas que necesitemos, para alcanzar una vida más bella, más espiritual, y la verdadera unidad con el Creador. Entonces ¿cómo lo hacemos? Primero, hemos de tener interés. Si no, no llegaremos muy lejos por mucho que trabajemos. Nos llevará a algún sito, porque toda pequeña parte de energía empleada hace algo, no se gasta. Pero hemos de desarrollar interés para intensificar nuestras emociones concernientes a la aspiración, si queremos aprender a meditar en el sentido más importante. Esta habilidad de tener interés es importante en todos los niveles. Cuando necesitamos resolver un problema ¿nos tiene que decir alguien cómo concentrarnos? Si estamos en un lío, nuestra mente se vuelca sobre el problema, le da vueltas y vueltas, y eso lo hacemos muy bien. Examinamos el problema desde todas direcciones hasta decir: “bueno, si hago esto o lo otro, puedo resolver el problema.” Pero ¿qué estamos haciendo? No solo nos estamos concentrando, estamos alcanzando con nuestra mente una emoción hacia una solución. Esto es meditación ¿No es sencillo? Estás llegando a una solución. El científico en busca de una solución, está meditando. Por eso tenemos la expresión “meditar sobre un problema.” Puede tratarse de algo impersonal. Si te gusta la astronomía y necesitas saber lo que pasa con cierta estrella, puedes dedicar horas y horas mirando por el telescopio, permaneciendo en el séptimo cielo, porque lo que está pasando es importante para ti. Buscar y encontrar: eso es meditación.
Así que ya ves que has estado meditando toda tu vida, y no tienes que aprender cómo meditar. Lo que tienes que aprender es a sentirte lo suficientemente interesado, que te importe tanto, como para que tu meditación se vuelque sobre las áreas relativas al auto-descubrimiento de tu verdadero parentesco con el Señor de la Vida y Su creación. ¿No es sencillo? El principio es bastante sencillo, pero la práctica no lo es, a causa de nuestros modelos de conducta. Nuestras mentes sufren el empuje de la mente racial (Ann Davies se refiere a la raza humana, no a un grupo en especial), de la mente de la masa, hacia los problemas de las necesidades materiales. Nuestras mentes han de estar enfocadas en lo externo durante ciertos períodos de la vida, o no seríamos capaces de vivir en este plano.
Pero cuando permitimos que se nos empuje, suele ser el poder de la inercia el que vuelve nuestra atención hacia la esfera mundana. No obstante, nunca debemos despreciar los niveles mundanos, porque si lo hacemos, nunca llegaremos a empezar a lograr lo que aspiramos. Hemos de contemplar las áreas mundanas de la vida como expresiones del Poder de Vida que nos proporcionan la oportunidad de hacernos perceptivos en niveles de consciencia superiores.
Hacer el esfuerzo de lograr la capacidad de concentrarse y meditar en niveles que proporcionan una percepción sensorial y unos contactos superiores requiere que formemos nuevos canales, para que el agua de la consciencia no refluya por los antiguos canales de los problemas mundanos. Entonces, el agua empezará a alimentar una nueva corriente. Es como habilitar nuevos canales de riego, para que el agua fluya hacia otro campo. Esto se puede lograr trabajando con regularidad con cosas como el Tarot, y reuniéndose con un grupo con un espíritu común de mutua aspiración, como hacemos aquí. Cuando nos reunimos, hacemos una meditación mutua. Os sentáis aquí, con la mente despierta e inquisitiva, y yo hago lo mismo. Mi mente y mi consciencia también están preguntando y encontrando respuestas. En el nivel subconsciente estamos juntos, llegando a un área común. Nos damos unos a otros el poder de atraer ciertas respuestas. Esto es lo que debe hacer una clase de temas espirituales o un Servicio Dominical. El uso de esta búsqueda, de esta meditación, no debiera limitarse a un breve período en la mañana.
Lo que hemos de tratar es de llevar este espíritu de meditación a muchas más áreas de nuestra vida. Hemos de llegar a un punto en el que estemos en lo que llamaríamos casi “meditación constante.” ¿Os parece difícil? No lo es, de veras que no. No después de que hayáis aprendido a quitar las compuertas de riego. En el Tarot, se asigna a la Meditación a la Clave 17, La Estrella, y el significado de su letra hebrea es ‘anzuelo de pesca.’ Hemos hablado de encontrar respuestas. Eso es la meditación. Es pescar, pescar en las aguas de la consciencia, ideas, inspiraciones, soluciones, etc. Somos todos pescadores natos de la consciencia. Es decir, estamos buscando y encontrando. El problema es que la mayor parte del tiempo estamos buscando en los niveles subconscientes sin discriminación, así que pescamos el pez de otro. Y alguno de estos que pescamos no es comestible, por lo que conseguimos una indigestión emocional, que causa problemas y agobio. Entonces, aprendemos a pescar cuando el agua está clara y usamos el tipo de cebo adecuado para el tipo de pez que queremos. Queremos pescar en los más elevados niveles de consciencia que podamos, la percepción de que somos uno con el Yo Superior. En el futuro descubriréis qué fácil es alcanzar ese estado superior de meditación, incluso en medio de vuestra jornada laboral.
Cuando me familiaricé con esta enseñanza oculta, lo primero que decidí fue encontrar si existía una cosa tal como Dios. Era muy joven, y los jóvenes tienen mucho temperamenteo. Me senté, determinada a permanecer en ese estado de meditación inquisitiva hasta que obtuviese una respuesta. Lo que hice fue lanzar y mantener el anzuelo pescando en mi consciencia con la pregunta “¿hay Dios?” Lo hice durante una hora larga y conseguí mi respuesta. Una vibración que empezó en mis pies ascendió por mi cuerpo, y cuando alcanzó mi corazón y mi cabeza sentí un amor universal y cósmico más allá de toda expresión. Comprendí entonces que había algo en mí que nunca había nacido y que nunca iba a morir. Sin principio ni fin, como el espacio. ¿Por qué conseguí esta respuesta y por qué funcionó mi meditación? La cuestión me importaba sobremanera. Me resultaba vital tener una respuesta, era lo más importante del mundo, del universo. Por eso me interesé tanto y tenía que saberlo desesperadamente.
Toda la fuerza de la mente y de la emoción ascendió con la pregunta. Cuando trabajéis con las claves del Tarot en casa, recordad que cada una de ellas está estimulando vuestra capacidad de tener más interés. Esto es lo que finalmente os llevará a la experiencia de conoceros a vosotros mismos como siendo unos con la gloria eterna que es el Propio Dios. Cuando salgáis del Templo esta mañana, recordad que tenéis que elevar vuestra intención con una pregunta. Haced la pregunta a un árbol, a un pájaro, o a una persona, en el plano de cuestión emocional. “¿Qué eres?” “¿Qué eres?” “¿Cuál es tu relación con Dios y conmigo”? Preguntádselo a todo lo que veáis. Eventualmente, encontraréis que la meditación es una parte de vosotros mismos en todos los momentos de la vida, y lograréis algo mucho más sorprendente de lo que nunca imaginarais.
Por Ann Davis.