domingo, 13 de abril de 2014

EL SACRAMENTO DE LA COMUNIÓN 1ª Parte

Para alcanzar una completa comprensión del profundo y aventajado alcance y  significado de la forma en que el Sacramento de la Comunión fue instituído,  es necesario considerar la evolución de nuestro planeta y del hombre  compuesto, así como la química de los alimentos y su influencia sobre la  humanidad. 

En gracia de la claridad recapitularemos brevemente las enseñanzas  Rosacruces relativas a los puntos a discurrir. Se pueden encontrar, tratadas  extensamente, en el "Concepto Rosacruz del Cosmos" y en otros trabajos  nuestros. 

Los espíritus virginales, que componen ahora la raza humana, comenzaron su  peregrinación a través de la materia en los albores del tiempo y por el roce de  la existencia concreta, sus fuerzas latentes pueden ser transformadas en  energía motríz, como poder anímico utilizable. Tras velos sucesivos de  materia más densa cada día, fueron adquiridos por los espíritus en su  involución durante los períodos de Saturno, Solar y Lunar. Así fue separado  cada espíritu de los demás y la conciencia que no podía penetrar en la materia  a través de su muralla y comunicarse con los otros, se vio obligada a entrar de  nuevo en sí misma y al hacerlo así "se descubrió a sí mismo". Así adquirió la  propia conciencia. 

Una posterior cristalización de los mencionados velos tuvo lugar en el período  de la Tierra durante las épocas Polar, Hiperbórea y Lemúrica. En la época  Atlántica la mente fue añadida como un punto focal entre el espíritu y el  cuerpo completando la constitución del hombre mixto o compuesto; quien,  entonces, fue equipado para conquistar el mundo y producir poder anímico por  medio del esfuerzo y de la experiencia, teniendo cada uno libre albedrío y  libertad, excepto en lo que le limitan las leyes de la naturaleza y sus propios  actos anteriores. 

Durante esta evolución del hombre en formación, grandes Jerarquías creadoras  guiaron cada uno de sus pasos. Nada fue dejado al azar. Incluso el alimento  que comía fue escogido para él a fin de poder obtener el material necesario y  apropiado con el cual edificar los diferentes vehículos de conciencia,  imprescindibles para cumplir el proceso del desarrollo del alma. La Biblia  menciona los diferentes pasos, aunque coloca mal a Nimrod, al simbolizar con  él a los Reyes Atlantes que vivieron antes del Diluvio. 

En la época Polar, el hombre estaba constituído de materia mineral  únicamente; así Adán fue hecho de tierra, esto es, en lo referente a su cuerpo. 

En la época Hiperbórea el cuerpo vital fue añadido y así su constitución llegó  a ser como la de las plantas y Caín, el hombre de aquel tiempo, vivio de los frutos de la tierra. 

La época Lemúrica vio la evolución de un cuerpo de deseos el cual hizo al  hombre como los animales actuales. Entonces la leche, el producto de  animales vivientes, fue añadida a la dieta humana. Abel fue pastor, pero en  ningún sitio consta que matara animal alguno. 

Por aquellos tiempos la raza humana vivía inocentemente y en paz, en medio  de la atmósfera nebulosa que envolvía la tierra durante la última parte de la  época Lemúrica, como se describe en el capítulo sobre el "Bautismo". Los  hombres eran criaturas bajo el cuidado de un padre común, hasta que el  entendimiento les fue dado en los comienzos de la época Atlántica. La  actividad del pensamiento desgasta el tejido, que ha de ser reemplazado;  cuanto más bajo y más material el pensamiento, más grande la ruina y más  urgente la necesidad de albúmina con la cual hacer rápidas reparaciones. De  aquí que la necesidad, la madre de la invención, inaugurase la repugnante  práctica de comer carne y a medida que continuemos pensando en negocios  puramente o en líneas materiales, deberemos seguir usando nuestros  estómagos como receptáculos de los restos de las víctimas animales  asesinadas. Todavía veremos más adelante cómo el alimento carnal nos ha  permitido el asombroso progreso material realizado en el mundo occidental,  mientras que los indios y chinos, vegetarianos, han quedado en un estado casi  salvaje. ¡Qué triste es darse cuenta de que ellos se verán forzados a seguirnos  los pasos y derramar la sangre de criaturas que son compañeras nuestras  cuando nosotros hayamos desterrado la bárbara práctica señalada, igual como  cesó el canibalismo!  

Cuanto más espiritualmente nos desarrollemos, más se armonizarán nuestros  pensamientos con el ritmo de nuestro cuerpo y menos albúmina será necesaria  para reparar los tejidos. En consecuencia, una dieta vegetal será suficiente para  nuestras necesidades, Pitágoras prescribió la abstinencia de legumbres para los 
escolares avanzados, a causa de ser muy ricas en albúmina y aptas para  despertar los bajos apetitos. Que ningún estudiante que lea esto acuerde  imprudentemente, sin embargo, eliminar las legumbres de su dieta. Muchos de  nosotros no estamos preparados todavía para tales extremos; tampoco  podemos aconsejar a todos los estudiantes abstenerse enteramente de comer  carne. El cambio deberá venir por sí mismo y desde dentro. 

Lo que puede ser dicho con toda certeza; no obstante, es que mucha gente  come demasiada carne para que les haga bien. Pero esto es, en cierto sentido,  una disgresión y, por lo tanto, volvamos a la evolución de la humanidad en  todo lo que se relaciona con el Sacramento de la Comunión. 

A su debido tiempo la densa niebla que envolvía la tierra se enfrió, se  condensó y llenó de agua los diferentes mares. La atmósfera se esclareció y al mismo tiempo, una adaptación fisiológica tuvo lugar en el hombre. Las branquias o agallas que le habían permitido respirar en aquel aire cargado de agua densa (y las cuales pueden verse en los fetos humanos de hoy) se atrofiaron gradualmente y su función fue llenada por los pulmones, al pasar el aire puro hasta y desde ellos a través de la laringe. Esto permitió al espíritu,  hasta entonces envuelto por el velo de la carne, expresarse con palabras y actuar. 

Fue entonces, a mediados de la época atlante, cuando el Sol brilló por primera 
vez sobre el hombre tal como lo vemos hoy; entonces fue cuando vio el 
mundo por vez primera. Hasta aquellos días había vivido bajo el absoluto 
control de las grandes jerarquías espirituales, mudo, sin voz ni voto en los 
asuntos tocantes a su educación; como un niño está ahora bajo el cuidado de 
sus padres. 

Pero en el día en que finalmente brotó de la densa atmósfera de los atlantes; 
cuando contempló por primera vez las montañas siluetadas claramente, 
definidos contornos sobre la azulada bóveda del cielo; al ver de pronto las 
bellezas de los páramos y de las praderas, las criaturas vivientes, los pájaros en 
el aire y los hombres, sus semejantes; cuando su vista se vio ilimitada por la parcial desaparición de la niebla que había estorbado su percepción hasta 
entonces y, por encima de todo, cuando se percibió a sí mismo separado y 
aparte de todos los demás, brotó de sus labios el glorioso y triunfal grito: "Yo 
soy". 

Hasta aquel entonces había venido adquiriendo las facultades que le permitían 
entrar en la escuela de la experiencia, el mundo fenomenal, como un agente 
libre para aprender las lecciones de la vida sin trabas, excepto las de las "leyes 
de la naturaleza", que es donde radica su salvaguardia y la reacción de sus 
propios actos anteriores, lo que después se convierte en el "destino". 

El alimento conteniendo un exceso de albúmina de la carne, con la cual se 
había hartado hasta entonces, cargó su hígado más de lo que era capaz y 
entorpeció su sistema, haciéndole áspero, adusto y brutal. Fue perdiendo la 
visión espiritual que le habían revelado los ángeles guardianes en quienes 
había confiado y vio solamente las formas de los animales y de los hombres. 
Los espíritus con quienes había vivido en amor y fraternidad durante los 
primeros tiempos atlantes se oscurecieron por el velo de la carne. Todo era 
muy extraño y él les empezó a temer. 

En consecuencia, llegó a ser necesario darle un nuevo alimento que pudiese 
ayudar a su espíritu a sobreponerse de las moléculas de carne altamente 
individualizadas (como ha sido explicado en el Concepto Rosacruz del 
Cosmos, capítulo sobre la Asimilación, página 475) y armarle para la batalla 
con el mundo y empujarle hasta la propia personificación. 

Así como nuestros cuerpos visibles compuestos de materias químicas pueden 
nutrirse solamente con alimentos químicos, asi mismo se necesita espíritu para 
actuar sobre el espíritu ayudándole a eliminar las pesadas substancias 
proteicas y estimulando el decaído espíritu humano. 

La emergencia de los atlantes del Diluvio, la liberación de la humanidad de la 
reglamentación absoluta de los guardianes sobrehumanos visibles, su 
colocación bajo la ley de consecuencia y las leyes de la naturaleza, así como la 
dádiva del vino están descritos en las narraciones de Noé y de Moisés, que no 
son más que diferentes versiones de los mismos acontecimientos. 

Tanto Noé como Moisés condujeron a sus prosélitos a través del agua. Moisés 
apela al cielo y a la tierra para atestiguar que ha colocado delante de ellos la
bendición y la maldición y les exhorta a escoger el bien o sufrir las  consecuencias
de sus actos y entonces les abandonó. 

El fenómeno del arco iris requiere que el sol esté cercano al horizonte, cuanto 
más cerca mejor; es necesaria también una atmósfera clara y una nube oscura 
en la parte opuesta del firmamento. Cuando en tales circunstancias un 
observador mira, de espaldas al sol, puede ver los rayos del sol refractados a 
través de las gotas de lluvia como un arco iris. En los tiempos primeros de los 
atlantes, cuando no existía la lluvia como ahora y la atmósfera no era más que 
una nebulosa húmeda y caliente a través de la cual el sol parecía una de 
nuestras lámparas en un día de niebla, el fenómeno del arco iris era un 
imposible. No pudo hacer su aparición hasta que la niebla se condensó en 
agua, inundó la tierra y dejó la atmósfera clara como se describe en la 
narración de Noé, lo que de esta manera apunta la ley de ciclos alternos que 
trae el día y la noche, verano e invierno, en invariable consecuencia y a la cual 
el hombre está sujeto en esta edad presente. 

Noé cultivó el vino y obtuvo un espíritu para estimular al hombre. Así, 
aprovisionado con una constitución mixta y un régimen mixto también 
apropiado para lo sucesivo y con leyes divinas para guiarle, la raza humana 
fue dejada a sus propios medios e iniciativas en la batalla de la vida.

Max Heindel

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