lunes, 12 de julio de 2010

La Ciencia de la Muerte

Cuando se espera el nacimiento de un niño, los padres se preparan para su llegada meses por adelantado, usualmente con la más grande alegría. Agunas veces la familia entera, especialmente la parte femenina de ella, ayuda a preparar las creaciones más maravillosas para la comodidad del diminuto extraño que todavía no ha hecho su aparición. Por unos pocos años esta pequeña vida es protegida, si es lo suficientemente afortunada como para ser atraída a padres que han sido bendecidos con los bienes de este mundo; pero el mayor número de nacimientos es entre las clases más pobres, que no pueden suministrar al niño las necesidades materiales para su bienestar. Si bien sus padres pueden darle la bienvenida y amarle, con todo, sus vidas están más o menos llenas de adversidades y penas, y el niño crece hasta el estado adulto en medio de penas y sufrimientos. No obstante, con todo este sufrimiento que a menudo convierte la vida de un hombre en una carga, se aferra a la vida tenazmente y el pensamiento de la muerte le llena de horror.

La que escribe visitó a algunos de los inválidos desamparados, incurables y ancianos de uno de los grandes hospitales del condado. Halló que un cierto número de ellos tenía temor a la muerte. Algunos leían repetidamente sus Biblias, pero el miedo a la muerte no podía quitárselas.

Encontramos ancianos débiles y vacilantes, rodeados de nietos cuyas maneras petulantes y más modernas a menudo suscitan la crítica de los olvidados y solitarios abuelos. A estos últimos con frecuencia se les hace ver que ya están para irse de este mundo y que incomodan, y sin embargo, cuando para alguno de ellos llega el tiempo de emprender el viaje hacia el Gran Más Allá, habitualmente recibe este tiempo con temor y pesar. El doctor es llamado, y los familiares que en un tiempo le hicieron ver al abuelo que ya estaba para morirse, ahora hacen lo imposible para impedir la salida de este espíritu al mundo desconocido.

¿Por qué el pensamiento de este viaje hacia la vida del más allá tiene que teñirse de tanto horror, especialmente en una nación cristiana, que acepta las enseñanzas del Gran Maestro, EL CRISTO, cuya misión sobre la tierra fue quitar el aguijón de la muerte ?

La historia antigua de la humanidad, tal como está registrada en la Biblia desde el tiempo de Adán y Eva, cuando el Señior arrojó a la humanidad del Jardín del Edén, demuestra que la muerte ha sido siempre asociada con la idea de castigo. En el Génesis, capítulo 20, versículo 17, el Señor amenaza a Adán con la muerte si come del Arbol del Conocimiento. A través de la historia de los antiguos israelitas encontramos que su Señor, jehová, constantemente les amenazaba con el castigo de muerte por sus pecados. Este temor fue implantado en las mentes de estas primeras razas, cuyas mentes infantiles todavía no eran capaces de razonar, y que únicamente podían comprender a través del miedo. Ellos no podían concebir que Dios fuese un Dios de amor, y respondían únicamente a un Dios iracundo que podía arrojarles en desconocidas tinieblas por sus pecados.

Los pueblos antiguos eran muy supersticiosos, y usaban gran cantidad de ritos para librarse de los poderes de las tinieblas. El miedo a la muerte creó en ellos un deseo de conservar sus cuerpos, de lo cual resultaron las varias clases de embalsamamiento. Entre los antiguos egipcios el embalsamarffiento llegó a ser un arte. Después que el cuerpo había sido sometido a un proceso de conservación por parte de los sacerdotes, era colocado en una caja de sicómoro a la cual se le daba la forma del cuerpo, y luego era devuelto a los parientes, quienes muy frecuentemente lo conservaban en la casa, y algunos veces en una bóveda o sepulcro privado. Algunas de estas momias pueden encontrarse en nuestros Museos.


Las ideas acerca de la muerte han sufrido varias alteraciones de acuerdo con la evolución del hombre, pero el profundo misterio de la vida después de la muerte no fue explicado sino hasta la venida de Cristo, Quien mediante Su muerte en la Cruz trajo al hombre la esperanza de la salvación.


En San Juan, capítulo 50, versículo 24, leemos: "De cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida. " El Apóstol Pablo afirma en la segunda epístola de Timoteo, capítulo 1, versículos 9 y 10, que "Dios nos salvó y llamó con vocación santa, no conforme a nuestras obras, mas según el intento suyo y gracia, la cual nos es dada en Cristo jesús antes de los tiempos de los siglos. Mas ahora es manifestada por la aparición de nuestro Salvador jesucristo, el cual quitó la muerte, y sacó a luz la vida y la inmor- talidad por el evangelio."


¿Cómo ha recibido el mundo la oportunidad del supremo sacrificio de Cristo para llevar el mismo la esperanza de la inmortalidad ¿Ha disminuido el miedo a la muerte? ¿Ha cambiado el método de tratar los cuerpos de los muertos desde los días de los antiguos judíos y griegos? ¿Se ha conservado la ciencia de la muerte al par de la evolución? Veamos si se percibe algún cambio. Entre las razas más avanzadas los trajes de luto están lentamente desapareciendo. El método de embalsamamiento ha sido cambiado: las vísceras y el cerebro ya no se sacan, como en los tiempos antiguos, sino que se inyecta un líquido en las principales arterias que protege temporalmente al cuerpo de la putrefacción.


Pero el miedo a la muerte y el gran lloro todavía prevalecen. Se gastan sumas fabulosas en costosos funerales y ofrendas florales. Estas extravagancias han sido llevadas a grandes extremos, y han llegado a convertirse en una costumbre que con frecuencia es muy costosa para los parientes, que pueden estar restringidos en cuanto a los bienes de este mundo. Los familiares deben pagar por el terreno de la sepultura; al sepulturero hay que pagarle por que cave la tumba, y al empresario de las pompas fúnebres por su ataúd, traje de ceremonia y carruajes para llevar los familiares al funeral. Como si la pérdida de sus seres queridos fuera poco, los gastos de¡ funeral son a menudo una carga para los deudos. También muchos ministros acostumbran prolongar los servicios, y en su gran celo por convertir a las gentes aprovechánse de esta oportunidad de apelar a las emociones de los presentes, añadiendo as¡ más pesar a los dolientes, y aumentando el miedo a la muerte y a la vida futura.


Desde la Gran Guerra, la humanidad se ha interesado grandemente en la vida después de la muerte. El mundo ha sido inundado de libros que se supone han sido dictados por los así llamados muertos, quienes han usado mediums para trasmitir su mensaje. Numerosas personas, a través de su gran dolor y anhelo de comunicarse con los seres queridos, han rasgado el velo y han sido capaces de ver en el más allá. Pero con el miedo a la muerte quitado, lo cual es un gran paso hacia adelante, y un maravilloso consuelo para la humanidad, ¿qué se ha hecho para preparar al espíritu para el cambio llamado muerte? ¿Se hacen tan cuidadosos preparativos para este viaje como para la entrada del espíritu en el cuerpo fisico? ¿Se hace placentera esta salida de la vida física mediante el amor y los buenos deseos de los amigos? Por desgracia, no. Este más grande de todos los viajes al hogar del espíritu, es todavía acompañado de llanto, el camino está empedrado con miedos, y es lavado con lágrimas. El viajero no va acompañado por el amor y la alegría que esperaron su entrada en la vida de la Tierra. El espíritu frecuentemente entra en esa nueva vida irnpreparado, apenado por causa del dolor de los parientes.


Puede hacerse la siguiente pregunta: ¿Cuál es la ciencia de la muerte? La contestaremos desde el punto de vista Rosacruz.


La así llamada muerte no es sino el tránsito del espíritu a una esfera más amplia - un nacimiento. Debe ser preparado este tránsito con el más grande cuidado. El cuerpo físico no es sino un vehículo que el espíritu usa para obtener experiencia en este día de clases de la vida. Al final de esta vida, el Ego debe asimilar lo que ha experimentado, y con el fin de extraer lo mejor de sus experiencias, deben ser preparadas ciertas condiciones para ello al tiempo de la ruptura del cordón plateado, que ocurre usualmente alrededor de tres días y medio después de la muerte. Ahora con el fin de exphcar por qué el período que sigue immediatamente después de la partida del espíritu es de importancia vital, tenemos que comprender que el cuerpo del hombre es cuádruple y consiste en el cuerpo físico 0 cuerpo denso, el cuerpo vital, el cuerpo de deseos y la mente o cuerpo mental. En lo que se llama la muerte, el espíritu sale con los dos vehículos superiores, que están unidos a los cuerpos físico y etérico por medio de un delgado cordón. Este, cuando es visto con los ojos del espíritu, tiene un brillo plateado, y tiene la forma de dos números seis, conectados en los puntos de los dos ganchos; el extremo superior está conectado con los dos vehículos superiores, mientras que el extremo inferior todavía permanece en contacto con el cuerpo físico.


A la muerte, los cuerpos de deseos y mental abandonan el cuerpo físico, llevándose con ellos sólo un átomo permanente, que durante la vida estuvo depositado dentro del ventriculo izquierdo del corazón. Este átomo, como la película negativa de la cámara, ha sido itnpresionado con todas las experiencias de la vida que acaba de terminar. Al tiempo de la muerte, las fuerzas de este átomo abandonan el cuerpo y todas las impresiones son transferidas del cuerpo vital (que es el almacén de estas esperiencias) al cuerpo de deseos, y forman la base de la vida del hombre en el purgatorio y en el primer cielo. Esta transferencia es hecha por el espíritu durante los primeros tres y medio días después de la ruptura de la conexión entre el átomo-sirniente y el corazón, ordinariamente conocida como muerte. Podemos ver así que la muerte no es completa sino hasta que este traspaso ha sido llevado a cabo. La sensación está todavía presente, y el espíritu sufre a causa del ambiente inarmónico. Puede sentir algo durante la autopsia o el embalsamamiento. Cuando el cuerpo es mutilado o cremado antes de que se haya roto el cordón plateado, el espíritu siente dolor. Los doctores y los empresarios de pompas fúnebres, creyendo a la persona "muerta", usualmente no manejan el cuerpo con el mismo cuidado que tendrían si conociesen los hechos reales.


Han sido registrados casos en los que aquellos cuyos cuerpos fueron mutilados inmediatamente después de la muerte, fueron capaces de comunicarse con los que todavía estaban en el cuerpo, y se quejaron acerca de lo que sufrían. En un caso una mujer afirmó que la habían destazado, y no podía hacer comprender al empresario de pompas fúnebres que ella estaba sintiendo el cuchillo. Si fuera más generalmente conocido que nuestros muertos pueden sentir el dolor físico hasta después de cierto tiempo, se interrumpirían los embalsamamientos y en lugar de eso el cuerpo sería conservado en hielo.


Cuando el panorama de la vida ha sido completamente impreso sobre el cuerpo de deseos y se ha roto el cordón plateado, los dos éteres inferiores del cuerpo vital gravitan de regreso hacia el cuerpo físico, dejando al espíritu libre para continuar su viaje a los reinos superiores. Los dos éteres superiores se incorporan al cuerpo de deseos. Cuando el cuerpo físico es enterrado, la parte del cuerpo vital que queda se desintegra sincrónicamente con el cadáver. Cuando el cuerpo es cremado, el espíritu es liberado mucho más rápidamente de todos los vínculos que le unen al traje físico gastado.


Conforme el interés y la creencia en una vida después de la muerte se hagan más universales, la gente comprenderá la necesidad de contar con un método científico de cuidar a los que están pasando a la vida superior, y entonces tendremos enfermeras, doctores, y ministros tan versa- dos en la ciencia de la muerte como en la ciencia del nacimiento. Entonces el espíritu estará rodeado no solamente de amor, sino también de paz y quietud al tiempo del tránsito. También tendrá un registro más profundo y claro, con el cual comenzar el trabajo de su vida en su nuevo estado.

jueves, 1 de julio de 2010

Método Rosacruz para el Cuidado de los Muertos

Durante su vida en el mundo físico, el Ego humano funciona mediante sus cuatro vehículos: el cuerpo físico, el vital el de deseos y el mental, todos conectados entre sí por el Cordón de Plata. Durante la noche, el Ego se retira a los mundos internos, llevándose consigo el cuerpo mental y el de deseos, y dejando el cuerpo físico, junto con el vital, acostados en la cama. Primero, el Ego armoniza rítmicamente la mente y el cuerpo de deseos. Éstos, después, trabajan sobre el cuerpo vital y entonces éste comienza a restaurar la salud y la vitalidad de los átomos físicos cansados y desgastados.

Esta restauración puede hacerse únicamente mientras el cuerpo de deseos y la mente están ausentes, porque son sus actividades las que desgastan la energía física durante el día y, para liberar al cuerpo vital con el fin de que reconstruya el vehículo físico exhausto, el Ego y los dos vehículos superiores - el cuerpo de deseos y la mente - se separan de los dos vehículos inferiores, permaneciendo, sin embargo, conectados por el Cordón Plateado.


Al ocurrir la muerte, cuando el vehículo físico ya no puede sujetarse a sus vehículos superiores, cuando se impone su desintegración, el Ego se ve obligado a abandonar la casa de arcilla que ha construido y ha utilizado durante un determinado tiempo, y en la que ha aprendido muchas lecciones útiles y provechosas para el desarrollo del alma. Llega entonces para él un período del sendero de la evolución, en el que ha de tomarse un tiempo para asimilar las lecciones que aprendió mientras funcionaba en el mundo material.


La muerte es para el alma lo que el sueño es para el cuerpo físico: un tiempo de descanso y recuperación, para que el espíritu pueda extraer de esas experiencias un mayor poder del alma.


Al producirse la muerte, el Ego abandona el cuerpo físico por la sutura entre los parietales y el occipital, pero el cuerpo vital, en lugar de permanecer con el cuerpo físico, como ocurre durante el sueño, lo abandona también, junto con el de deseos y el mental, ya que el trabajo del espíritu en el mundo físico ha concluído por esta vida. El cuerpo vital, entonces, ha de llevar a cabo un trabajo diferente del de mantener sanos los átomos del cuerpo físico.


Al producirse la muerte, se puede ver los cuerpos vital, de deseos y mental, abandonando el cuerpo físico por la cabeza. El Espíritu, que está abandonando su prisión terrenal para que se descomponga, se lleva consigo su más preciada pertenencia, el átomo simiente, la única parte del cuerpo físico que no puede morir y que trae con él a la Tierra con cada nueva vida. Durante la vida terrena es un diminuto átomo situado en el ápice del ventrículo izquierdo del corazón y al que se denomina el átomo simiente permanente. Este átomo ha sido el núcleo de todos los cuerpos físicos que el Espíritu ha tenido, desde que recibió el primero. Al hablar de un átomo simiente permanente no nos referimos al átomo físico, sino a las fuerzas que fluyen a su través. Estas fuerzas permanecen con el Ego, vida tras vida, hasta que termine su evolución en el mundo físico. Entonces se transferirán al átomo simiente del cuerpo vital, que se convertirá en el átomo simiente permanente durante el próximo Período de evolución.


Volviendo al momento en que el Ego abandona su cuerpo físico en el instante que llamamos muerte, el Espíritu inicia un período de extrema importancia. Los parientes y amigos deberían ser más cuidadosos para preservar a su ser querido de excitación, dolor y trastornos de cualquier clase. El cuerpo no debería ser mutilado ni los líquidos para el embalsamamiento deberían utilizarse antes de 84 horas tras el momento en que el Espíritu dejó de funcionar en el cuerpo. El motivo es el siguiente:


En el momento de la muerte, se rompe el cordón Plateado, como recuerda la Biblia en el capítulo 12 del Eclesiastés. Este cordón mantiene unidos los vehículos superiores y los inferiores y, con la muerte, se produce su ruptura en el corazón, lo que hace que éste deje de latir. Cuando esto sucede, el Ego, con sus tres vehículos, vital, de deseos y mental, pueden verse clarividentemente flotando sobre la cabeza del cuerpo físico hasta tres días y medio. Durante ese período el Espíritu está ocupado en contemplar las escenas de su pasada vida, impresas en el átomo simiente permanente del corazón. Esa impresión sobre el átomo simiente ha sido obra de la sangre. La Biblia también nos dice que el Espíritu está en la sangre. La sangre es el vehículo directo del Espíritu.


El corazón y los pulmones son los únicos órganos del cuerpo humano por los que pasa toda la sangre del organismo continuamente y, además, el primero, la plaza fuerte del Ego. Las escenas vividas cada instante se trasladan por la sangre al corazón y allí se graban en el diminuto átomo simiente. Éste contiene también las experiencias de las vidas pasadas y envía muchas impresiones al hombre, que le enseñan la diferencia entre el bien y el mal, convirtiéndose así en su conciencia.


La razón por la que es necesario que reine la paz en la casa del muerto es la siguiente: el cuerpo vital es el vehículo utilizado, inmediatamente tras la muerte, para grabar las impresiones existentes en el átomo simiente del cuerpo físico, situado en el corazón, al átomo simiente del cuerpo de deseos. Durante ese trabajo, el Cordón de Plata permanece interrumpido, aunque no roto. El Ego está aún consciente de sus vehículos, sintiendo y sufriendo en cierta medida, si se mutila el cuerpo. Si se distrae al Espíritu durante la grabación, las impresiones se grabarán débiles y confusas y, cuando ese Espíritu regrese para el siguiente renacimiento, no las traerá consigo como conciencia con la claridad con que lo hubiera hecho de haberse grabado claramente, porque, en el Mundo del Deseo no pudo sentir remordimientos por los errores ni gozo por las buenas acciones con la intensidad con que lo hubiera hecho si no hubiese sido afectada su grabación.


Cuando el panorama de la vida se ha grabado completamente en el cuerpo de deseos, el Cordón de Plata se rompe y el Ego queda liberado de su hogar terrestre. El cuerpo debería entonces ser incinerado porque la cremación libera rápidamente al espíritu, al tiempo que constituye un modo más higiénico para que la naturaleza pueda disponer del cuerpo.


Confiemos en que la Humanidad despierte pronto al apropiado cuidado de sus muertos y tengamos una ciencia de la muerte, como tenemos una ciencia de la vida.


Es importante que la persona conocedora del perjuicio que puede causar un tratamiento inadecuado del cuerpo tras la muerte, deje instrucciones escritas sobre cómo desea que sea tratado el suyo propio.


Existe un impreso, que se suministra a petición, en el que la Fraternidad Rosacruz expone los métodos para el cuidado del cuerpo apenas acaecida la muerte. Indica el procedimiento que el seguidor de las Enseñanzas de la Sabiduría Occidental acepta como necesario para su propia transición al más allá.