domingo, 13 de abril de 2014

EL SACRAMENTO DE LA COMUNIÓN 2ª Parte

 "EN MEMORIA MÍA"
 


"Nuestro Señor Jesucristo, la misma noche en que fue traicionado, tomó pan y  después de dar gracias, lo partió y dijo: Tomad y comed, este es Mi cuerpo que se parte para vosotros. Haced esto en memoria mía. Después y de la misma manera, tomó la copa cuando había cenado, diciendo: Esta copa es el Nuevo Testamento en Mi sangre. Haced esto tantas veces como la bebáis en memoria mía. Pues tantas veces como comáis este pan y bebáis de esta copa, mostraréis la muerte del Señor, hasta que venga. Por consiguiente, quienquiera que coma de este pan y beba de esta copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor.

Y el que coma y beba indignamente, come y bebe su propia condenación... Por esta causa muchos están débiles y sin fuerzas entre vosotros y muchos duermen". I Cor. II 23-30.

Existe en los pasajes anteriores un significado esotérico profundamente escondido que queda particularmente difuso en la traducción inglesa, pero en la alemana, latina y griega, el estudiante puede entender una alusión de lo que realmente se intenta con la última orden del Salvador a sus Discípulos. Antes
de examinar esta fase del asunto permítasenos considerar las palabras "en memoria mía". Entoncesestaremos en mejores condiciones, quizá, de comprender lo que se quiere significar por la "copa" y el "pan".

Supongamos un hombre procedente de lejanos lugares que penetre en nuestro ambiente y lo visite todo. Dondequiera que vea pequeñas reuniones agrupadas alrededor de la Mesa del Señor para celebrar el más sagrado de todos los ritos cristianos, al preguntar el porque, le será contestado que hacen aquello en
recuerdo de Uno que vivió una existencia más noble que hombre alguno había vivido sobre la tierra; Uno que era la Bondad y el Amor personificados; Uno que era el criado de todos los demás, sin preocuparse de ganar o perder para sí mismo. Si aquel extraño comparase la actitud en estas reuniones religiosas del domingo, durante la celebración de su rito, con sus vidas civiles comunes durante el resto de la semana ¿qué es lo que vería?

Cada uno de nosotros sale a la calle a librar la dura lucha por la existencia. Bajo el imperio de la necesidad olvidamos el amor que debería ser el principal factor y guía de nuestras vidas cristianas. Nuestra mano va siempre contra nuestros semejantes. Todos luchamos por una posición, por la fortuna, por el poder, por cualquiera de estos atributos. Olvidamos el lunes lo que recordamos reverentemente el domingo y en consecuencia todo el mundo se resiente de ello y es desgraciado. Hacemos también distingos entre el pan y el vino que bebemos en la llamada "Mesa del Señor" y el alimento que repara nuestras fuerzas durante los intervalos de nuestra presencia en la Comunión. Pero no hay mandamiento alguno en las Sagradas Escrituras que ordene tal distinción, como es fácil de ver, aun en la versión inglesa, distinguiendo las palabras
impresas en bastardilla por los traductores, para indicar lo que ellos creyeron que era el sentido del pasaje. Por el contrario, se nos dice que, al beber y al comer, o cualquier otra cosa que hagamos, ha de ser hecha para la mayor gloria de Dios.

Cada uno de nuestros actos debería ser una plegaria. La superficial "acción
de gracias en las comidas es en realidad una blasfemia y el pensamiento
silencioso de gratitud al que nos da diariamente el pan, es mucho más
preferible. Al recordar en cada comida que todo procede de la sustancia de la
tierra, que no es más que el cuerpo del Espíritu de Cristo, que mora en ella,
comprenderemos propiamente cómo aquel cuerpo se desmenuza diariamente
para nosotros y apreciaremos así la bondad amorosa que le empujó a darse a
nosotros y debemos recordar también que no hay un momento, de noche, o de
día, que Él no sufra a causa de estar sumido o aprisionado en esta tierra.

Cuando comemos de este modo y consideramos consecuentemente la
verdadera situación, estamos declarándonos a nosotros la muerte del Señor,
cuyo espíritu sufre y se queja, esperando el día de la liberación, cuando no
haya necesidad de una envoltura tan densa como la que requerimos hoy.

Pero hay todavía otro misterio más grande y más hermoso escondido en esas
palabras de Cristo. Ricardo Wágner, con su rara intuición de músico maestro,
dio sentido a esta idea cuando, sentado en meditación en las riberas del lago de
Zurich, un Jueves Santo, cruzó por su espíritu este pensamiento: "¿Qué relación existe entre la muerte del Salvador y los millones de semillas
fructificando en la tierra en este momento del año...?" Si meditamos sobre esta
vida que anualmente se desprende de la primavera, la veremos como algo
gigantesco y digno de veneración; una plétora de vida que transforma el globo,
desde un aspecto de muerte y desolación por el frío, al de una vida
esplendorosa y rejuvenecida en un cortísimo espacio de tiempo y la vida que
de esta manera se difunde en los capullos de millones y millones de plantas, es
la vida del Espíritu y de la Tierra.

De ésta vienen el trigo y la uva. Estos frutos son el cuerpo y la sangre del
Espíritu de la Tierra prisionero, dado para sustentar a la raza humana durante
la fase actual de su evolución. Estamos disconformes y repudiamos la doctrina
de la gente que cree que el mundo ha de procurarle su sistema de vida, sin
tener en cuenta sus propios esfuerzos y sin responsabilidad "material" de su
parte, y antes bien insistimos en creer que existe una responsabilidad
"espiritual" relacionada con el pan y el vino dados en la cena del Señor: "Debe
ser comido dignamente, de otra manera, se convertirá en enfermedad y en
muerte incluso". Bajo la forma ordinaria de leer, esto parecerá quizá que se va
a parar demasiado lejos, pero llevados de la luz esotérica para examinar otras
traducciones de la Biblia y mirando las condiciones en que encontramos hoy
el mundo, veremos que no se ha ido tan lejos después de todo.

Para empezar, debemos remontarnos a los tiempos en que el hombre vivía bajo la guardia de los ángeles, construyendo inconscientemente el cuerpo que usufructúa en la actualidad. Esto ocurría en el antiguo período de la Lemuria. Un cerebro hacía falta para la evolución del pensamiento y una laringe para su expresión verbal. En consecuencia, la mitad de la fuerza creadora se dirigió hacia arriba y fue utilizada por el hombre para formar estos órganos. Así fue como la raza humana llegó a ser unisexual se vio empujada a buscarse un complemento cuando fue necesario crear un nuevo cuerpo, para servir de
instrumento en una más alta fase de la evolución.

Mientras el acto del amor fue consumado bajo la prudente vigilancia de los ángeles, la existencia del hombre estuvo libre de pesares, dolores y de la muerte. Pero cuando, bajo el tutelaje de los Espíritus de Lucifer, comió del fruto del Árbol del conocimiento y perpetuó la raza sin cuidarse de las líneas de fuerza interplanetarias, transgredio la ley, y los cuerpos así formados se cristalizaron rápidamente, quedando sujetos a la muerte de una manera mucho
más perceptible de lo que hasta entonces habían estado. Así se vieron forzados a crear nuevos cuerpos más frecuentemente a medida que la duración de su vida se acortaba. Los guardianes celestiales de la fuerza creadora le arrojaron del jardín del amor, hacia los desiertos del mundo, haciéndole responsable de sus acciones bajo la ley cósmica que gobierna el universo. Así trabajó por años y años, buscando la obtención de su propia salvación y cristalizando de esta manera más y más la tierra.

Las jerarquías divinas, incluyendo el Espíritu de Cristo, trabajan sobre la tierra
desde fuera al igual que los espíritus grupos guían a los animales bajo su
protección; pero como Pablo dice con certeza, ninguno puede ser justificado
bajo la ley, pues contra la ley todos pecaron y todos deben morir. No hay en el
Antiguo Testamento esperanza alguna fuera de ésta, salvo la simbolización de
uno que ha de venir para restaurar el buen camino. Así nos habla Juan
diciendo que la ley fue dada a Moisés y que la gracia vino con Nuestro Señor
Jesucristo. Pero, ¿qué es la gracia...?
¿Puede la gracia ir contra la ley y abrogársela enteramente...? Ciertamente que
no. Las leyes de Dios son constantes e inmutables o el universo se convertiría
en un caos. La ley de la gravedad conserva nuestras casas en una posición
relativa a las demás casas, de modo que al dejarlas podemos tener la seguridad
de que cuando volvamos las encontraremos en el mismo sitio. Por este estilo
todos los asuntos en el universo están sujetos a leyes invariables.

Así como la ley separada del amor, dio nacimiento al pecado, así también la
sucesión de la ley, temperada con amor, es la gracia. Tomemos un ejemplo de
nuestras condiciones sociales concretas: Tenemos leyes que prescriben una
penalidad determinada por determinada ofensa y cuando la ley se ha cumplido,
decimos que se ha hecho justicia. Pero la larga experiencia comienza a
enseñarnos que la justicia, pura y simple, es como los dientes del dragón de la
Cólquide y engendra disputas y peleas siempre en aumento. Los criminales,
así llamados, siguen siéndolo y se vuelven hasta peores y más endurecidos
bajo las penalidades de la ley; mas cuando los regímenes más humanos de los
tiempos presentes permiten que el que ha delinquido sea puesto en libertad, o
se suspenda su sentencia, queda entonces bajo la gracia y no bajo la ley. Así
también, el cristiano que procura seguir los pasos del Maestro, es emancipado
de la ley del pecado por la gracia, siempre que olvide el camino del pecado.

Este fue el pecado de nuestros progenitores en los tiempos de la Lemuria;
ellos desperdiciaron su semilla sin cuidarse de la ley y sin amor. Pero es
privilegio del cristiano redimirse por la pureza de su vida en memoria del Señor. San Juan dice: "Su semilla queda en sí mismo" y esto es el significado
oculto del pan y del vino. En la versión inglesa leemos simplemente: "Esta es
la copa del Nuevo Testamento", pero en la alemana la palabra copa se
sustituye por "kelch" y en la latina, por "calix", significando ambas palabras la
cubierta exterior o vaina de la semilla de la flor. En la griega tenemos una
significación todavía más sutil, difícil de adaptar en otros idiomas, en la
palabra "poterion", cuyo significado se nos hará evidente si consideramos la
etimología de la palabra "pote". Esto nos dará al momento la misma idea que
el "cáliz" o "calix", un receptáculo; y el latín "potare" (beber) muestra
igualmente que la copa es un receptáculo capaz de contener líquido. Las
palabras "potente" e "impotente" que significan posesión o carencia de fuerza
viril, muestran más ampliamente el significado de esta palabra griega, que
indica la evolución del hombre en superhombre. Hemos pasado por
existencias semejantes a la del mineral, de la planta y del animal, antes de ser
como somos hoy y delante de nosotros todavía quedan muchas evoluciones,
hasta que nos acerquemos a la Divinidad más y más. Fácilmente se
comprenderá que lo que nos restriñe y contiene en el camino de este alcance
son nuestras pasiones animales; la baja naturaleza está constantemente
guerreando contra la naturaleza o yo superior.

Al menos en aquellos que han experimentado un despertar espiritual, en su
interior se está desarrollando silenciosamente una guerra que se vuelve más y
más amarga para ser suprimida. Goethe exteriorizó con maestría aquel
sentimiento en las palabras de Fausto, el alma aspirante, hablando a su más
materializado amigo, Wágner:

"Tú estás poseído por un sólo impulso,
e inconsciente del otro todavía permaneces.
Dos almas, ¡ay!, habitan dentro de mi pecho
y allí pelean por un reino individido.
Una, a la tierra con deseo apasionado
y con tentáculos tenazmente se adhiere todavía;
sobre las brumas, la otra de las dos, aspira,
con sagrado ardor, a más puras esferas."

Fue el conocimiento de esta absoluta necesidad de castidad (salvo cuando su
objeto es la procreación) respecto de aquellos que han tenido un despertar
espiritual, lo que dictó las palabras de Cristo y, el apóstol San Pablo, sentó una
verdad esotérica cuando dijo que: Aquellos que participasen de la Comunión sin vivir la vida, estaban en peligro de enfermedad y de muerte. Pues
exactamente igual que bajo una tutela espiritual, la pureza de la vida eleva al
discípulo maravillosamente, así también la incontinencia produce mucho
mayor efecto sobre los cuerpos más sensitivos que sobre los que están todavía
bajo la ley y no han conseguido ser partícipes de la gracia por la copa del
Nuevo Testamento.

EL SACRAMENTO DE LA COMUNIÓN 1ª Parte

Para alcanzar una completa comprensión del profundo y aventajado alcance y  significado de la forma en que el Sacramento de la Comunión fue instituído,  es necesario considerar la evolución de nuestro planeta y del hombre  compuesto, así como la química de los alimentos y su influencia sobre la  humanidad. 

En gracia de la claridad recapitularemos brevemente las enseñanzas  Rosacruces relativas a los puntos a discurrir. Se pueden encontrar, tratadas  extensamente, en el "Concepto Rosacruz del Cosmos" y en otros trabajos  nuestros. 

Los espíritus virginales, que componen ahora la raza humana, comenzaron su  peregrinación a través de la materia en los albores del tiempo y por el roce de  la existencia concreta, sus fuerzas latentes pueden ser transformadas en  energía motríz, como poder anímico utilizable. Tras velos sucesivos de  materia más densa cada día, fueron adquiridos por los espíritus en su  involución durante los períodos de Saturno, Solar y Lunar. Así fue separado  cada espíritu de los demás y la conciencia que no podía penetrar en la materia  a través de su muralla y comunicarse con los otros, se vio obligada a entrar de  nuevo en sí misma y al hacerlo así "se descubrió a sí mismo". Así adquirió la  propia conciencia. 

Una posterior cristalización de los mencionados velos tuvo lugar en el período  de la Tierra durante las épocas Polar, Hiperbórea y Lemúrica. En la época  Atlántica la mente fue añadida como un punto focal entre el espíritu y el  cuerpo completando la constitución del hombre mixto o compuesto; quien,  entonces, fue equipado para conquistar el mundo y producir poder anímico por  medio del esfuerzo y de la experiencia, teniendo cada uno libre albedrío y  libertad, excepto en lo que le limitan las leyes de la naturaleza y sus propios  actos anteriores. 

Durante esta evolución del hombre en formación, grandes Jerarquías creadoras  guiaron cada uno de sus pasos. Nada fue dejado al azar. Incluso el alimento  que comía fue escogido para él a fin de poder obtener el material necesario y  apropiado con el cual edificar los diferentes vehículos de conciencia,  imprescindibles para cumplir el proceso del desarrollo del alma. La Biblia  menciona los diferentes pasos, aunque coloca mal a Nimrod, al simbolizar con  él a los Reyes Atlantes que vivieron antes del Diluvio. 

En la época Polar, el hombre estaba constituído de materia mineral  únicamente; así Adán fue hecho de tierra, esto es, en lo referente a su cuerpo. 

En la época Hiperbórea el cuerpo vital fue añadido y así su constitución llegó  a ser como la de las plantas y Caín, el hombre de aquel tiempo, vivio de los frutos de la tierra. 

La época Lemúrica vio la evolución de un cuerpo de deseos el cual hizo al  hombre como los animales actuales. Entonces la leche, el producto de  animales vivientes, fue añadida a la dieta humana. Abel fue pastor, pero en  ningún sitio consta que matara animal alguno. 

Por aquellos tiempos la raza humana vivía inocentemente y en paz, en medio  de la atmósfera nebulosa que envolvía la tierra durante la última parte de la  época Lemúrica, como se describe en el capítulo sobre el "Bautismo". Los  hombres eran criaturas bajo el cuidado de un padre común, hasta que el  entendimiento les fue dado en los comienzos de la época Atlántica. La  actividad del pensamiento desgasta el tejido, que ha de ser reemplazado;  cuanto más bajo y más material el pensamiento, más grande la ruina y más  urgente la necesidad de albúmina con la cual hacer rápidas reparaciones. De  aquí que la necesidad, la madre de la invención, inaugurase la repugnante  práctica de comer carne y a medida que continuemos pensando en negocios  puramente o en líneas materiales, deberemos seguir usando nuestros  estómagos como receptáculos de los restos de las víctimas animales  asesinadas. Todavía veremos más adelante cómo el alimento carnal nos ha  permitido el asombroso progreso material realizado en el mundo occidental,  mientras que los indios y chinos, vegetarianos, han quedado en un estado casi  salvaje. ¡Qué triste es darse cuenta de que ellos se verán forzados a seguirnos  los pasos y derramar la sangre de criaturas que son compañeras nuestras  cuando nosotros hayamos desterrado la bárbara práctica señalada, igual como  cesó el canibalismo!  

Cuanto más espiritualmente nos desarrollemos, más se armonizarán nuestros  pensamientos con el ritmo de nuestro cuerpo y menos albúmina será necesaria  para reparar los tejidos. En consecuencia, una dieta vegetal será suficiente para  nuestras necesidades, Pitágoras prescribió la abstinencia de legumbres para los 
escolares avanzados, a causa de ser muy ricas en albúmina y aptas para  despertar los bajos apetitos. Que ningún estudiante que lea esto acuerde  imprudentemente, sin embargo, eliminar las legumbres de su dieta. Muchos de  nosotros no estamos preparados todavía para tales extremos; tampoco  podemos aconsejar a todos los estudiantes abstenerse enteramente de comer  carne. El cambio deberá venir por sí mismo y desde dentro. 

Lo que puede ser dicho con toda certeza; no obstante, es que mucha gente  come demasiada carne para que les haga bien. Pero esto es, en cierto sentido,  una disgresión y, por lo tanto, volvamos a la evolución de la humanidad en  todo lo que se relaciona con el Sacramento de la Comunión. 

A su debido tiempo la densa niebla que envolvía la tierra se enfrió, se  condensó y llenó de agua los diferentes mares. La atmósfera se esclareció y al mismo tiempo, una adaptación fisiológica tuvo lugar en el hombre. Las branquias o agallas que le habían permitido respirar en aquel aire cargado de agua densa (y las cuales pueden verse en los fetos humanos de hoy) se atrofiaron gradualmente y su función fue llenada por los pulmones, al pasar el aire puro hasta y desde ellos a través de la laringe. Esto permitió al espíritu,  hasta entonces envuelto por el velo de la carne, expresarse con palabras y actuar. 

Fue entonces, a mediados de la época atlante, cuando el Sol brilló por primera 
vez sobre el hombre tal como lo vemos hoy; entonces fue cuando vio el 
mundo por vez primera. Hasta aquellos días había vivido bajo el absoluto 
control de las grandes jerarquías espirituales, mudo, sin voz ni voto en los 
asuntos tocantes a su educación; como un niño está ahora bajo el cuidado de 
sus padres. 

Pero en el día en que finalmente brotó de la densa atmósfera de los atlantes; 
cuando contempló por primera vez las montañas siluetadas claramente, 
definidos contornos sobre la azulada bóveda del cielo; al ver de pronto las 
bellezas de los páramos y de las praderas, las criaturas vivientes, los pájaros en 
el aire y los hombres, sus semejantes; cuando su vista se vio ilimitada por la parcial desaparición de la niebla que había estorbado su percepción hasta 
entonces y, por encima de todo, cuando se percibió a sí mismo separado y 
aparte de todos los demás, brotó de sus labios el glorioso y triunfal grito: "Yo 
soy". 

Hasta aquel entonces había venido adquiriendo las facultades que le permitían 
entrar en la escuela de la experiencia, el mundo fenomenal, como un agente 
libre para aprender las lecciones de la vida sin trabas, excepto las de las "leyes 
de la naturaleza", que es donde radica su salvaguardia y la reacción de sus 
propios actos anteriores, lo que después se convierte en el "destino". 

El alimento conteniendo un exceso de albúmina de la carne, con la cual se 
había hartado hasta entonces, cargó su hígado más de lo que era capaz y 
entorpeció su sistema, haciéndole áspero, adusto y brutal. Fue perdiendo la 
visión espiritual que le habían revelado los ángeles guardianes en quienes 
había confiado y vio solamente las formas de los animales y de los hombres. 
Los espíritus con quienes había vivido en amor y fraternidad durante los 
primeros tiempos atlantes se oscurecieron por el velo de la carne. Todo era 
muy extraño y él les empezó a temer. 

En consecuencia, llegó a ser necesario darle un nuevo alimento que pudiese 
ayudar a su espíritu a sobreponerse de las moléculas de carne altamente 
individualizadas (como ha sido explicado en el Concepto Rosacruz del 
Cosmos, capítulo sobre la Asimilación, página 475) y armarle para la batalla 
con el mundo y empujarle hasta la propia personificación. 

Así como nuestros cuerpos visibles compuestos de materias químicas pueden 
nutrirse solamente con alimentos químicos, asi mismo se necesita espíritu para 
actuar sobre el espíritu ayudándole a eliminar las pesadas substancias 
proteicas y estimulando el decaído espíritu humano. 

La emergencia de los atlantes del Diluvio, la liberación de la humanidad de la 
reglamentación absoluta de los guardianes sobrehumanos visibles, su 
colocación bajo la ley de consecuencia y las leyes de la naturaleza, así como la 
dádiva del vino están descritos en las narraciones de Noé y de Moisés, que no 
son más que diferentes versiones de los mismos acontecimientos. 

Tanto Noé como Moisés condujeron a sus prosélitos a través del agua. Moisés 
apela al cielo y a la tierra para atestiguar que ha colocado delante de ellos la
bendición y la maldición y les exhorta a escoger el bien o sufrir las  consecuencias
de sus actos y entonces les abandonó. 

El fenómeno del arco iris requiere que el sol esté cercano al horizonte, cuanto 
más cerca mejor; es necesaria también una atmósfera clara y una nube oscura 
en la parte opuesta del firmamento. Cuando en tales circunstancias un 
observador mira, de espaldas al sol, puede ver los rayos del sol refractados a 
través de las gotas de lluvia como un arco iris. En los tiempos primeros de los 
atlantes, cuando no existía la lluvia como ahora y la atmósfera no era más que 
una nebulosa húmeda y caliente a través de la cual el sol parecía una de 
nuestras lámparas en un día de niebla, el fenómeno del arco iris era un 
imposible. No pudo hacer su aparición hasta que la niebla se condensó en 
agua, inundó la tierra y dejó la atmósfera clara como se describe en la 
narración de Noé, lo que de esta manera apunta la ley de ciclos alternos que 
trae el día y la noche, verano e invierno, en invariable consecuencia y a la cual 
el hombre está sujeto en esta edad presente. 

Noé cultivó el vino y obtuvo un espíritu para estimular al hombre. Así, 
aprovisionado con una constitución mixta y un régimen mixto también 
apropiado para lo sucesivo y con leyes divinas para guiarle, la raza humana 
fue dejada a sus propios medios e iniciativas en la batalla de la vida.

Max Heindel

sábado, 12 de abril de 2014

Crecimiento Espiritual y Desarrollo Psíquico

A la vista de la considerable atención y publicidad corrientemente prestadas al psiquismo, consideramos aconsejable repasar con nuestros estudiantes las Enseñanzas Rosacruces concernientes a este fenómeno y subrayar la superioridad del crecimiento espiritual positivo frente al desarrollo psíquico negativo.

En cuanto al crecimiento o desarrollo de las llamadas facultades extrasensoriales, la humanidad está dividida en dos grandes categorías: en una se encuentran las personas “corrientes”, enfrascadas en empeños materiales y, en general, sin contacto con los mundos espirituales. La conexión entre sus cuerpos denso y vital es fuerte. La otra la componen los llamados “sensitivos”, en los que esa conexión de vehículos es más laxa. Este último grupo, a su vez, se subdivide en dos categorías: la de los clarividentes voluntarios y la de los clarividentes involuntarios, negativos y sujetos a la voluntad de los demás.

Una conexión laxa entre los cuerpos vital y denso facilita la sensibilidad a las vibraciones espirituales. El cuerpo pituitario y la glándula pineal, dos órganos en la actualidad durmientes en la mayor parte de los humanos, estaban, hace eones, conectados al Gran Simpático o sistema nervioso involuntario, proporcionándoles la clarividencia involuntaria. Pero son también los instrumentos mediante los que, a medida que el hombre progrese espiritualmente, desarrollará la clarividencia voluntaria, entonces bajo el control del sistema nervioso cerebroespinal. El hombre que desarrolla conscientemente sus facultades espirituales controla voluntariamente la vibración de esos órganos y puede “ver” los otros mundos cuando lo desee.

El clarividente voluntario desarrolla su sensibilidad y aprende a controlar sus facultades extrasensoriales como consecuencia de la utilización de su voluntad para vivir una vida de pureza, espiritualidad y servicio inegoísta a los demás. Con el tiempo, tras haberse hecho digno, recibe la enseñanza necesaria para completar la conexión entre la glándula pineal y el cuerpo pituitario, lo que le permitirá ser un clarividente capaz y dueño de su facultad en cualquier momento.

Cuando la conexión entre los cuerpos vital y denso ha llegado a ser tan laxa que parte del cuerpo vital puede separarse del resto, el clarividente voluntario puede convertirse en protector invisible consciente. Ha desarrollado hasta tal punto su cuerpo alma mediante una vida pura e inegoísta - cuerpo alma que está formado por los dos éteres superiores del cuerpo vital, órganos, a su vez y respectivamente, de la percepción sensorial y de la memoria - que puede extraerlos a voluntad del cuerpo físico y usarlos como vehículo en el cual operar. Puede entonces funcionar conscientemente, tanto en el mundo espiritual como en el material y, además, recordar, al despertar por la mañana, todo lo que ha hecho en aquél mientras su cuerpo físico dormía.

El caso del clarividente negativo es totalmente distinto. También es sensible a las vibraciones espirituales, como consecuencia de la laxa conexión entre los cuerpos físico y el vital. Pero se trata de temperamentos negativos, no muy evolucionados ni deseosos de serlo y, dado que para ellos resulta más fácil y cómodo no esforzarse por someter su facultad a la voluntad, retroceden al estadio en que los órganos pineal y pituitario proporcionaban una clarividencia negativa mediante su conexión con el sistema nerviosos involuntario. De ello deriva el que su visión no esté sometida a la voluntad y sea, por tanto, de naturaleza esporádica. El clarividente involuntario no tiene ningún control sobre lo que ve o experimenta en los otros mundos. Está sólo consciente de lo que acierta a aparecer ante él y no puede, por tanto, usar ese poder con fines de investigación.

Los clarividentes involuntarios, a menudo, caen bajo el control de espíritus ligados a la tierra, que adoptan la pose de “guías espirituales” y que son, en muchos casos, entidades sin escrúpulos que tratan de obligar a sus víctimas a realizar sus propios propósitos. El clarividente negativo se convierte entonces en un médium de trance o de materialización y, cuando esto sucede, puede afirmarse, sin lugar a dudas, que su vida ya no le pertenece.

En el caso de un médium materializador, el espíritu dominante, ligado a la tierra, pone en trance a su víctima y, aprovechando la laxa conexión entre sus vehículos, extrae, a través del bazo, el éter vital del cuerpo etérico de aquélla y lo emplea para llevar a cabo su propia materialización.

Como el cuerpo vital es el vehículo mediante el que especializamos las corrientes solares que nos dan la vida, privado de ese principio vitalizante, el cuerpo del médium, a veces, se encoge hasta una fracción de su tamaño habitual, su carne se vuelve blancuzca y la llama de la vida arde muy débilmente. Y, cuando sus éteres se le devuelven, se halla exhausto. Ni que decir tiene que el sistema produce consecuencias negativas para su salud física, riesgo que no corre, en ningún momento, el clarividente positivo o voluntario.

Una vez se ha entrado en la mediumnidad, ya no se puede escoger. Cuando un espíritu-control ha obtenido el ingreso en un cuerpo ajeno, la víctima pierde la capacidad de cerrarle la puerta. Si está de acuerdo en ejecutar los mandatos de aquél - hasta el extremo de cometer, a veces, asesinatos o suicidio - escapa a su hostigamiento. Pero, si trata de rebelarse o de deshacerse del indeseable dominador de su cuerpo, es muy probable que experimente toda clase de tormentos a manos de las entidades de ese tipo más faltas de escrúpulos.

Algunos espíritus-control, generalmente los menos experimentados y, por lo tanto, los más peligrosos, llegan hasta a expulsar a su víctima de sus vehículos superiores - cuerpo de deseos y mental - y a introducirse en ellos para asumir su control temporal o permanente. Esta situación se conoce como obsesión.

Más peligrosa es aún la situación que amenaza al médium después de la muerte, porque el espíritu-control, al que ha estado sometido durante la vida, no abandona su dominio sino que, por el contrario, aumenta su despotismo cuando la víctima penetra en los mundos espirituales, situación ésta que se puede prolongar por muchos años, hasta que el médium logra zafarse de su agresor. Así que el médium, además de experimentar la tortura resultante de verse privado de sus vehículos, queda rezagado en su carrera evolutiva.

Debería ser evidente para el estudiante de la mediumnidad o de cualquier otra actividad negativa, en la que un Ego somete su propia voluntad a la de otro, que ello, cuanto menos, supone un grave obstáculo para su progreso evolutivo - que depende de la iniciativa individual - y, en los casos más graves, un peligro extremado, tanto para la vida sobre la tierra como después de la muerte. Sin embargo, la mayoría de los psíquicos, que están recibiendo las alabanzas, la admiración y los aplausos del público, son de carácter negativo. Mientras que los pocos, espiritualmente avanzados, que han desarrollado la percepción extrasensorial positiva, usan sus facultades para el servicio inegoísta, silencioso y anónimo, sin llamar la atención sobre sí mismos ni sobre sus talentos.

El objeto de la filosofía y del método de desarrollo rosacruz estriba en liberar al estudiante de la dependencia de los demás y en ayudarle a adquirir el mayor grado posible de dominio y de confianza en sí mismo. El psiquismo negativo, de cualquier clase, representa una situación de dependencia que se aleja diametralmente de ese objeto.

Y, tanto el dominio de sí mismo como la confianza en las propias fuerzas y el crecimiento espiritual positivo de ello derivado, sólo se alcanzan viviendo vidas nobles e inegoístas, dedicándose a servir a Dios y a los hombres y dando lugar a pensamientos y actos puros y elevados. Sólo de ese modo podemos fortalecer los éteres superiores, desarrollar nuestro cuerpo alma y responder positivamente a las vibraciones espirituales, a las que nos haremos cada vez más sensibles, al tiempo que aprendemos a evitar toda influencia y dominación externa.

La clarividencia negativa es, por así decirlo, inevitable e involuntaria. El vidente no ha hecho nada para generar esa capacidad de percibir estímulos de los otros mundos. No lo ha buscado a propósito. Por lo menos, al principio. En realidad, algunos de esos psíquicos han manifestado públicamente su deseo de dejar de encontrarse con los, para ellos molestos fenómenos que, con frecuencia, se entrometen en sus conciencias.

La clarividencia positiva, una vez adquirida, se convierte en un capital permanente que el Ego retiene en las vidas siguientes, por lo menos, en tanto en cuanto continúe conduciéndose a sí mismo como lo haría un aspirante. La clarividencia negativa, en cambio, se ha fomentado por muchos que, desgraciadamente, no tienen idea de los peligros potenciales a los que se exponen.

Es nuestro deber, como estudiantes y como aspirantes espirituales, desarrollar todas y cada una de las facetas de nuestras habilidades, incluyendo especialmente las suprafísicas. Pero lo es también el desarrollarlas a lo largo de las líneas más favorables a nuestro propio progreso evolutivo y a nuestras posibilidades de servir a Dios y al Hombre.

El desarrollo psíquico negativo es peligroso para los Egos implicados y rara vez produce observaciones o “revelaciones” de valor intrínseco o duradero. La clarividencia positiva, en cambio, entrenada y sujeta a la voluntad y determinación del Ego, es un instrumento altamente efectivo para la investigación y el estudio científico. Y, cuando esa facultad se haya convertido en patrimonio de todos los hombres, se conocerán por su medio muchas verdades espirituales.