El origen de estas narraciones se
pierden en la noche de los tiempos, se las conoce por doquier y cuando los
medios de comunicación no existían servían de vehículo social para explicar la
vida, los procesos o los estados del alma a los grupos.
Pero si queremos dar una respuesta más
concreta sobre su nacimiento tendríamos que hablar de aspectos relacionados con
el origen esotérico, oculto del ser humano y de la humanidad misma.
Hubo un pasado muy remoto, más de lo que
los historiadores podrán suponer, en el que los hombres estaban aún en contacto
con lo divino, con los mundos espirituales. Era una época en la que no hacía
falta la escritura, pues la memoria y la percepción de la vida interior, de los
procesos psíquicos, se encontraban en su máxima expresión. Pero conforme la
humanidad fue perdiendo esas capacidades se hizo necesario que se pudiera
transmitir esas verdades interiores a las generaciones que iban llegando ya que
no tenían ese acceso a la vida psíquica y espiritual como sus ancestros, pues
conforme perdían esta visión interior ganaban en percepción sensorial e
intelectual, en la capacidad de experimentar la vida externa y razonar, así el
hombre se olvidó de su origen y por lo tanto de su destino. Este proceso dio
como origen a los mitos que encontramos en las distintas religiones, como es el
caso del Génesis Bíblico, la salida del Edén, la pérdida del estatus de
semidioses. Este mito se repite en distintas culturas, incluso hoy se ha podido
descubrir como el mito de Adán y Eva tiene su origen en culturas anteriores a
la hebrea, tomándola éstos de esas culturas anteriores a ellos y seguramente a
su vez las tomaron de otras, pues la realidad es que nunca se han dejado de
repetir y han pasado de cultura en cultura, de civilización en civilización.
Así es como nacieron los mitos, las
leyendas y los cuentos de hadas. La diferencia es que estos últimos
permanecieron en la tradición oral, no formaron parte de ningún cuerpo de
doctrina, ni del complejo mitológico, tan sólo fueron patrimonio del pueblo llano,
manteniendo esa sencillez, esa candidez alejada de la sofisticación, la
erudición y de traducciones e interpretaciones interesadas.
Es por ello que vemos un gran parecido
entre mitologías, sagas y textos religiosos, y con todos ellos entre sí, incluyendo
a los cuentos de hadas. Pues si bien se revisten de elementos distintos, su
esencia, su mensaje profundo, es el mismo. Todos contienen mitos que resuenan
y evocan principios espirituales y arquetípicos en nuestro interior.
Extraído del libro: Cuentos de hadas para niños - Ed. Creación
Más información
en: http://www.editorialcreacion.com/alariel/tienda/432-cuentos-de-hadas-para-ninos-9788495919618.html
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