La Shekinah,
es una figura básica de la exégesis judía que designa a la Presencia divina que
habita (shakan) entre los hombres, de aquí el nombre de Shekinah: ‘la
que habita’ o ‘la que reside’. Representa el don que Dios dio al género humano
después de la destrucción del primer Templo: su Presencia, que a partir de
entonces residió con el pueblo de Israel en el exilio. Gracias a la Shekinahla
relación entre el cielo y la tierra es posible y con ella la regeneración y la
vuelta al Paraíso original, pues, simbólicamente, la caída de Adán y Eva y su
expulsión del Jardín del Edén equivalen a la destrucción del Templo de
Jerusalén por los romanos y la posterior diáspora, Sin embargo, el nombre
de Shekinah no se menciona en la Biblia hebrea, se trata de un
término rabínico y, más concretamente, cabalístico. Aparece por primera vez en
los targumim, unas traducciones glosadas según la tradición oral de
los cinco libros de la Torá. En uno de ellos, llamado el Targum de
Onkelos (siglo I d. C.) se lee la palabra Shekinah al
traducir los versículos 4 y 5 del capítulo 12 delDeuteronomio, y
sustituye a las palabras “morada” y “Nombre” de dichos versículos.
Así
en la Torá original se dice: «No procederéis así respecto a IHVH,
vuestro Dios, únicamente el lugar elegido por IHVH, vuestro Dios, de entre
todas las tribus para poner su Nombre allí, en su morada lo
buscaréis y vendréis allí». Mientras que en la traducción de Onkelos está
escrito: «No procederéis así respecto a IHVH, vuestro Dios, únicamente
el lugar elegido por IHVH, vuestro Dios, de entre todas las tribus para poner
su Shekinah allí, en su Shekinah lo buscaréis
y vendréis allí». Que la palabra ‘Shekinah’ substituya a
‘morada’ no parece extraño, ambas tienen las mismas letras, (shin, caf, nun)
y, como hemos visto, su significado es semejante, más curiosa es la
identificación del ‘Nombre’ de Dios con la ‘Shekinah’, como si ambos
fueran lo mismo o simbolizaran la misma experiencia. Algo que exegéticamente es
cierto pues el nombre de Dios de cuatro letras, IHVH, el Tetragrama, simboliza
la presencia de Dios entre los hombres. En la tradición hebrea, los Nombres de
Dios designan sus manifestaciones, Dios se da a conocer por sus Nombres y entre
todos ellos el Tetagrama es el más importante. Para comprender un poco más su
significado baste decir que san Jerónimo en la Vulgata traduce Elohim por Deus pero
el Tetragrama (IHVH) lo traduce siempreDominus, que inevitablemente
equivale a Jesucristo. Veremos ahora unos fragmentos de la literatura cabalista
en los que aparecen relacionados los tres conceptos que hemos apuntado: el
templo, o la morada, la Shekinah y el Tetragrama.
El primero
de ellos tiene como autor a rabí Josef Gikatilla (1323-1348), un gran cabalista
castellano contemporáneo y amigo de rabí Moisés de León, el autor del Zohar,
en el que explica que el templo es el lugar donde reside el Nombre, para
después hacer un quiebro y, al igual que sucede con el versículo de la
Escritura que hemos visto, substituirlo por la Shekinah: «El
Templo es el lugar donde reside el Nombre único. Dios ha santificado el monte
Moriah (Jerusalén), un lugar en IHVH donde el Templo fue edificado. Por eso
está escrito: “El Templo de IHVH que tus manos establecieron” (Ex 15, 17) Y
aquí residió el Nombre. Todas las distintas formas de la residencia: cercados,
salas, vestíbulos y almacenes eran según la forma secreta del nombre IHVH,
según el secreto de los miembros del hombre». (Las Puertas de la
Luz, p. 26) Pero, cuando Israel pecó, continua explicando rabi
Gilkatilla, la Shekinah –y aquí ya no habla del Nombre sino de
la Shekinah– huyó del Templo y éste fue destruido, el Nombre (IHVH)
no pudo pronunciarse de nuevo, pues ello sólo puede producirse en el interior
del Templo. La continuación del texto que reproducimos explica que, según los
planes originales, la Shekina, o el Nombre, hubiera debido
permanecer en el mundo, pero la destrucción del Templo hizo que ascendiera
hacia su lugar original, apartándose cada vez más de este mundo y, por
consiguiente, del hombre, hasta que gracias a los Patriarcas se pudo
reconstruir el lugar o el Templo y la Shekinah volvió a
residir entre los hombres. En el fondo se trata de una ambivalencia entre el
Templo exterior y el Templo interior que se construye en el corazón de los
Patriarcas, el único lugar puro sobre la tierra donde la Shekinah puede
albergarse: «Sabe que al principio de la creación del mundo, la
naturaleza de laShekinah permanecía en los niveles inferiores, pues
el diseño inicial de la creación era poner en correspondencia los mundos
superiores y los inferiores… En consecuencia, la Shekinah habitó
en lo bajo, y a causa de que la Shekinah descendió, se
separaron los cielos y la tierra, lo que explica el versículo. “Así fueron
acabados los cielos y la tierra y todas sus armadas”. (Gn 2, 1) Cada uno de
ellos adornado y lleno del otro, y sus canales al igual que sus fuentes
funcionaban juntos, distribuyendo de lo alto a lo bajo, lo que llenaba IHVH de
abajo a arriba, como señala el versículo: “Así habla IHVH: El cielo es mi trono
y la tierra el escabel de mis pies”. (Is 66, 1) Después de esto, IHVH, bendito,
se puso como intermediario entre lo alto y lo bajo. Después vino el primer
hombre, que pecó y arruinó el sistema, rompiendo los canales hasta el punto de
detener el agua de los depósitos, y entonces la Shekinah se
fue. El conjunto se desestructuró. Después vinieron Abraham, Isaac y Jacob, de
memoria bendita que continuaron atrayendo lo de lo alto. Se convirtieron en
tres tronos para acoger a la Shekinah que no podía estar
permanentemente en la tierra, sino sólo de manera temporal, sentada detrás de
ellos. Es el secreto del versículo: “Elohim se elevó por encima de Abraham”.
(Gn 17, 22)». (Las Puertas de la Luz, p. 26) Finalmente
vino Salomón, el rey de la Paz, que reconstruyó el Templo como su padre David,
el bien amado, lo había dispuesto, entonces: «“Cuando Salomón
hubo terminado sus rezos, el fuego descendió del cielo y consumó el holocausto
y los sacrificios y la gloria de IHVH llenó toda la casa”. (2Cr 7, 1) Esto
indica que la Shekinah volvió a su Casa de Eternidad y que
permanece en la tierra. Los canales han sido restaurados, han podido comenzar a
repartir sus bendiciones y verterlas sobre el Templo. Así está escrito: “Es
como el rocío de Hermón, que desciende sobre las montañas de Sión; ya que allí
es donde IHVH envía la bendición, la vida, para la eternidad”. (Sl 133, 3)». (Las
Puertas de la Luz, p. 26) Así, cada vez que se reconstruye el Templo
en el corazón de un hombre justo, la Shekinahviene pera residir en
él, a pesar de que aún esté en este mundo, es decir, en el exilio. Las
bendiciones de lo alto tienen un lugar para ser recogidas y los canales
que unen el cielo con la tierra mediante su continuo fluir son restaurados.
La Shekinah es
pues una seguridad para los hombres ya que gracias a ella se mantiene la
relación entre Dios y los hombres. La misma idea aparece en el fragmento
del Zohar que reproducimos a continuación y que
testifica la unidad y coherencia de la exégesis judía: «Rabbí Abba
dijo: Recordad que Rabí Simón dijo: El Santo, bendito sea, ha erigido arriba un
palacio y también una ciudad sagrada. Es Jerusalén, la ciudad santa. Nadie
puede llegar hasta el Rey sino es pasando por el camino que la atraviesa, que
es el verdadero camino, tal como está escrito: “Esta es la puerta del Señor, y
los justos entrarán por ella”. (Sl 118, 20). Todos los mensajes que el Rey
supremo envía aquí abajo, llegan por mediación de la Shekinah; y
todos los mensajes que el mundo inferior manda al Rey llegan a la Shekinah,
que los transmite al Rey. Así tenemos que la Shekinah es la
intermediaria al mundo de arriba para responder al de aquí abajo, y
viceversa». (Zohar III, 50b-51a) Al hilo de lo que
acabamos de leer, quisiéramos introducir otro fragmento del Zohar que
insiste en la idea básica de que la Shekinah, o la Presencia de
Dios entre los hombres es una salvaguarda para Israel, o el pueblo de los
justos: «“Y pondré mi tabernáculo (o mi ‘residencia’, mishkani,
del verbo shakan, ‘residir’) en medio de vosotros.” (Lv 26, 11) “Y
pondré mi tabernáculo” esto es la Shekinah. O “mi seguridad”, (se
trata de un juego de palabras entre mishkani,
‘tabernáculo’ y mashkoni ‘seguridad’),
que fue tomada como una seguridad. Mi seguridad, sin ninguna duda. Es como si
alguien se encontrara a otro y éste le dijera: “Mi amor por ti es tan grande
que me gustaría vivir contigo”. Dijo el otro: “¿Cómo sé que continuarás
viviendo conmigo?” El primero tomó la cosa más preciosa de su casa y se la trajo
y dijo: “Mira, ahora tienes la seguridad de que nunca te dejaré”. Igualmente,
el Santo, bendito sea, quiso habitar con Jerusalén. ¿Qué hizo? Tomó la cosa más
preciosa que tenía y se la trajo a Israel. Así les dijo: “Israel, mira, ahora
tienes mi seguridad, por la que nunca te dejaré”. E incluso que el Santo,
bendito sea se fuera lejos de nosotros. Dejó una seguridad con nosotros, y
nosotros cuidamos su gran tesoro». (Zohar, III, 114ª) Y
esta cosa, este gran tesoro que el Santo, bendito sea, ha confiado a los
hombres es su divina Presencia, su Shekinah. En otro lugar, en un
fragmento del Talmud se dice que la Shekinah se retira de
Israel cuando un justo no tiene hijos: «Esta es la causa por la que la
Shekinah se retiró de Israel…», así pues, podría decirse que al hablar de
la Shekinah, los sabios se refieren al misterio de la cábala, el
misterio de la trasmisión y de la generación santa. En el momento en el que no
hay cabalistas, cuando se rompe la transmisión, la Shekinah deja
de estar entre los hombres y se retira al cielo pues no encuentra un lugar
donde habitar, tal como hemos visto antes respecto a los Patriarcas.
Toda
comunicación entre el cielo y la tierra se rompe y el hombre permanece
abandonado a su propia locura. Ello aparece claramente explicado en la
continuación del fragmento del Talmud que acabamos de citar: «Ya que
está escrito: “He establecido mi alianza entre yo y tu y con tu descendencia
después de ti, con sus generaciones una alianza eterna a fin de ser un Dios para
ti, para tu simiente después de ti. (Gn 17, 7) Cuando haya una simiente detrás
de ti, la Shekinah habitará en ella. Si no hay simiente detrás
de ti ¿sobre qué permanecerá? Sobre la madera y sobre la piedra… » (Talmud Iabamot,
64a) La madera y la piedra se refieren al ídolo, en el momento que no hay
justos, el hombre se convierte en un ídolo, tiene ojos y no ve, tiene orejas y
no oye, madera y piedra solamente, y la Shekinah ya no dispone
de una simiente santa donde reposar. Y lo que es aún peor, ya nadie puede
transmitir esta Presencia para que habite eternamente entre los hombres. De
nuevo se destruye el Templo y el santo Nombre deja de poder ser pronunciado. A
partir de aquí vemos la importancia de este concepto de la tradición hebrea y
que en otras tradiciones toma distinto nombre, ya sea la Naturaleza perfecta
del gran Sohravardi o el Pastor de hombres de Hermes, pero que siempre designa
esta íntima relación entre la tierra y el cielo.
“Mientras no sepamos
dónde se encuentra el Señor, no podremos orientarnos hacia Él, el
Nombre es su lugar”
(Josef Gikatilla)
Extraído de: http://www.arsgravis.com