La obsesión es un estado en el cual un espíritu desencarnado ha tomado
posesión permanente del cuerpo de una persona, después de haber expulsado a su
dueño. Pero algunas veces ocurre que un individuo que tiene algún vicio, como el
de emborracharse, presenta como excusa que está obsesionado. Cuando quiera que
una persona dice semejantes cosas, casi siempre se puede tener inseguridad de
que eso no es más que un pretexto. Un ladrón que ha robado algo aquí en el mundo
físico no va a divulgar su robo; ni una entidad obsesante tampoco va a ir
proclamando ese hecho. A esas entidades no les importa absolutamente de lo que
se piense del hombre cuyo cuerpo han robado, ni tienen motivo para divulgar su
condición y arriesgar un exorcismo.
Hay una manera infalible para determinar si una persona está posesa: por
medio del diagnóstico del ojo. "'Los ojos son las ventanas del alma". Solamente
el dueño verdadero es capaz de contraer y dilatar el iris del ojo. Si un
individuo realmente está poseso, el iris de sus ojos no se dilatará cuando entra
en un cuarto oscuro o cuando se fija en un objeto lejano. Asimismo, no contraerá
cuando sale al sol o cuando se fija en letras pequeñas. En resumen, el iris de
los ojos no responde ni a la luz ni a distancia cuando una persona está posesa.
Sin embargo, hay una enfermedad llamada "ataxia locomotriz" en la cual el iris
no responde a la distancia, pero sí responde a la luz.
Los espíritus apegados a la Tierra sienten atracción a la región inferior del
mundo de deseos, la cual interpenetra los éteres del mundo físico. Dichos
espíritus están en estrecho contacto con las personas terrestres que se
encuentran en mejores condiciones para adelantar sus proyectos infames.
Normalmente, permanecen en este estado apegado a la Tierra por cincuenta,
sesenta o setenta y cinco años, pero se ha sabido de casos muy raros en que
tales espíritus han permanecido así por siglos. Las investigaciones de Max
Heindel tienden a indicar que no hay límite a sus acciones o al tiempo que
pueden quedar apegados a la Tierra. Pero durante este período de tiempo, están
acumulando muchos pecados, el sufrimiento por los cuales no pueden escapar,
porque su cuerpo vital imprime en su cuerpo de deseos un archivo de sus malas
acciones. Cuando se desprenden de la Tierra por fin y entran a la existencia
purgatorial, se enfrentan con la justa recompensa que bien merecen.
Naturalmente, este sufrimiento aumenta según el tiempo que hayan seguido en sus
prácticas nefandas después de la muerte del cuerpo denso, lo cual es otra prueba
de que "aunque los molinos de Dios muelen muy lentamente, lo hacen excesivamente
menudo."
Cuando el espíritu por fin ha abandonado el "cuerpo de pecado" -- para
llamarlo así -- y sube al Segundo Cielo, dicho cuerpo no se desintegra tan
rápido como lo hace normalmente el cascarón de la gente normal. Esto ocurre
porque el enlace de los cuerpos vital y de deseos dan al cuerpo de pecado una
consciencia personal e individual que es notable. El cascarón no puede razonar,
pero tiene una astucia tal que da la impresión de que está animado por un
espíritu, por un Ego, y esto le capacita para llevar una vida individual por
muchos siglos. Entre tanto, el espíritu liberado entra al Segundo Cielo, pero
por no haber hecho nada en la Tierra para ameritar una estancia larga en ese
lugar o en el Tercer cielo, se queda sólo lo suficiente para crear un nuevo
ambiente para sí y luego vuelve a renacer mucho más temprano de lo normal a fin
de satisfacer sus ansias para la vida carnal que tanto le atrae.
Cuando este espíritu vuelve a la Tierra, es natural que el cascarón de su
vida anterior, se adhiere a él y se quede con él durante la vida entera como un
demonio. Las investigaciones al respecto han probado que esta clase de entidad
sin alma era muy común durante los tiempos bíblicos. Fue a ésos a los que se
refirio nuestro Salvador cuando habló de los demonios, siendo ellos la causa de
las posesiones y enfermedades descritas en la Biblia. La palabra griega "daimon"
los describe con precisión.
Se nos dice en el Concepto Rosacruz del Cosmos que el hombre es un espíritu
triple que funciona en tres cuerpos, sólo Uno de los cuales puede verse con los
ojos físicos. San Pablo dice en 1 Corintios 15,40, ". Y Cuerpos hay celestiales,
y cuerpos terrestres." Y en 15:44, "Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.
Las Enseñanzas Rosacruces reconocen los cuerpos natural y espiritual,
mencionados por San Pablo, Pero también sostienen que estos dos cuerpos son
interpenetrados por un cuerpo invisible llamado el cuerpo vital, el cual
mantiene la salud del cuerpo denso, restaurando y componiendo lo que el hombre
ha destruido por sus deseos durante el día. Asimismo, sostienen que cada cuerpo
del hombre corresponde a cierto mundo invisible que le rodea y que el mundo y el
cuerpo correspondiente están compuestos de la misma clase de materia. Los
diferentes planos de existencia -- el químico, el etérico y el de deseos -- son
de diferentes densidades y se interpenetran. Por ejemplo, en el mundo de deseos,
la densidad de la materia la hace actuar de una forma similar a la del humo; lo
más pesado se adhiere a las regiones bajas de la tierra, mientras lo más puro y
ligero asciende en el aire.
Durante la vida física, el hombre desarrolla sus cuerpos invisibles
constantemente Por sus Pensamientos, deseos y emociones. Si sus deseos le hunden
en una vida sensorial, si pasa su tiempo con placeres inútiles para su propia
satisfacción, si no aspira a otra cosa que no sea el dinero, entonces su cuerpo
de deseos puede compararse con el humo negro y pesado. Después de pasar a la
vida de ultratumba, es atraído hacia aquella región que se llama la región
purgatorial, la más cercana al mundo físico. En este lugar tiene que purgarse de
todos sus deseos impuros; tiene que limpiar su cuerpo de deseos antes de poder
subir a la región superior llamado el Primer cielo.
Si se condujera a un hombre culto y sensible, que ha llevado una vida pura y
decente, a un barrio bajo de una ciudad grande y se le obligara a vivir en tal
ambiente, sufriría, se enfermaría y volvería con los de su misma clase en la
primera oportunidad. Igualmente, si a un hombre bajo y degradado que siempre ha
vivido en un ambiente de suciedad, entre gente deshonesta, se le colocara en un
palacio en medio de gente culta, estaría muy incómodo y volvería a su antigua
guarida tan pronto como sea posible.
Las condiciones son similares en el mundo de deseos. El hombre que ha llevado
una vida pura y espiritual, al morir, se queda en la región del mundo de deseos
por muy poco tiempo. Tan pronto como se desprende de su cuerpo físico, sube a la
materia más fina de este mundo. Pero el hombre que no ha conocido la pureza, que
no ha pensado en el más allá, es como el humo negro y pesado: se adhiere al
plano físico. Prefiere frecuentar sus antiguas guaridas, sobre todo si alberga
rencor contra alguien y quiere vengarse; entonces quedará apegado a la tierra
hasta que logre la venganza. Andará cerca del lugar donde vive su enemigo, o
donde hay sesiones espiritistas hasta que consigna influenciar a alguna persona
débil y negativa a llevar a cabo su plan de venganza. Muchas veces se lee en el
periódico de un ladrón o asesino que alega ante el juez que se le sobrevino una
sensación de repente y no pudo más que cometer el crimen -- alguna fuerza le
obligó a hacerlo. Los espíritus incorpóreos frecuentemente se sirven del pobre
borracho y lo fuerzan a beber, porque en esta forma los degenerados del mundo de
deseos reciben cierta satisfacción.
Es un hecho interesante que los espíritus elementales subhumanos a veces se
apegan a ciertos individuos, a una familia, o aún a una sociedad religiosa. Sin
embargo, los vehículos de estos elementales no consisten de un "cuerpo de
pecado" compuesto de un cuerpo vital y de deseos enlazados, sino del éter
obtenido de un médium de una naturaleza relativamente moral. Puesto que el éter
así obtenido está en descomposición y les es difícil conservar su vehículo,
demandan a quienes sirven que les alimenten con comidas e incienso. Por supuesto
que estos espíritus no pueden asimilar los alimentos físicos, pero viven a base
de los humos y olores que emiten, aparte de los humos del incienso. Lo anterior
es un ejemplo del hecho de que un ideal noble no nos protege cuando violamos las
leyes de Dios, de igual manera que no podemos evitar una quemadura si colocamos
la mano sobre una estufa caliente, sea cual sea nuestro motivo. Pero cuando un
médium está movido por deseos nobles y por una devoción religiosa intensa, es
difícil que las entidades malévolas se apoderen de su cuerpo vital por mucho
tiempo. Se cansan rápidamente del esfuerzo y buscan otra víctima que sea más de
conformidad con su propia naturaleza.
En la infancia, la sangre suele subir de temperatura hasta un nivel anormal.
En años posteriores, durante el período de crecimiento, frecuentemente es al
revés, pero durante la desenfrenada e impetuosa adolescencia, las pasiones y los
enojos muy a menudo echan afuera al Ego por recalentar la sangre. Con razón
decimos que la ebullición de cólera hace que la persona "pierda la cabeza," o
sea que la incapacita para el razonamiento. Esto es precisamente lo que pasa
cuando la pasión, la rabia o la cólera recalienta la sangre, así expulsando al
Ego de sus cuerpos. Está bien dicho de un individuo en tal estado que "ha
perdido control de sí mismo." El Ego se encuentra fuera de sus vehículos y ellos
están privados de la influencia directiva del pensamiento, cuya actividad en
parte es la de servir de freno al impulso. El gran peligro de tales arranques es
que algún espíritu incorpóreo puede tomar posesión del cuerpo antes que el dueño
vuelva a entrar en él. Esto se llama la posesión. Sólo el hombre que es ecuánime
y que no permite que su sangre se recaliente puede pensar como debe.
Cuando alguien muere durante una pelea o con ira y deseos de venganza,
seguirá apegado a su enemigo por algún tiempo. A veces ocurre que un espíritu
incorpóreo incita a una persona negativa del mundo físico a llevar a cabo la
venganza de aquél y cometer el crimen que aquél quiere.
En los años venideros, cuando la humanidad sea más iluminada y cuando los
jueces, abogados y jurados tengan más conocimientos del estado posterior a la
muerte, no condenarán al criminal porque comprenderán que el asesino a quien se
le da la muerte sin la retrospección y a quien se le arroja al Mundo de Deseos
sin preparación, puede ser de mayor peligro para la sociedad de lo que sería en
carne y hueso. Sin cuerpo, el cuerpo está como un animal salvaje fuera de su
jaula. Tiene mayor campo de acción para llevar su vida de criminal, aunque no
pueden verlo los que "tienen ojos para ver, pero que no ven. " Si en vez de
abrir la jaula y liberar el animal, las autoridades intentaran enlansarlo --
colocándolo donde se le puede enseñar una vida mejor -- salvarían a muchos de
los crímenes que cometerían bajo la influencia de los espíritus invisibles que
están apegados a la Tierra y que todavía albergan odios y deseos. Así es que la
pena de muerte, en vez de servir como un freno, realmente fomenta el
crimen.
La humanidad está escandalizada por la oleada de crímenes que está
recorriendo el mundo entero. Ningún país está libre de su influencia, sobre todo
en las ciudades grandes.
Muchas veces se pregunta, "¿Cuál es el origen de esta degeneración?" El
ocultista puede dar la razón. El conoce las condiciones en el Mundo de Deseos.
Sabe que la región inferior de este mando está llena de espíritus apegados a la
tierra que están en estrecho contacto con el mundo físico. Estos espíritus
tenían odios y deseos fuertes cuando fueron arrojados a una nueva vida. Tales
espíritus todavía albergan sus bajos deseos y buscan la satisfacción.
En el Mundo de Deseos hay también muchos espíritus nobles que comprenden las
condiciones y que se quedan en la región inferior con el propósito expreso de
ayudar a los débiles, enseñándoles y llevándolos por vías más rectas. Pero igual
que los trabajadores sociales de las ciudades grandes en el mundo físico, estos
auxiliares pueden alcanzar solamente a un número limitado. Hay personas
terrestres nobles e inegoístas que, mientras están fuera del cuerpo cuando están
dormidos, prestan ayuda amorosa a estos auxiliares invisibles. En este campo
están muy activos los Probacionistas de la Fraternidad Rosacruz. Ellos también
hacen trabajo social en la región purgatorial.
Si un espíritu malévolo obtuviera satisfacción de sus bajos deseos influyendo
a una persona débil o un médium de quien pudiera aumentar su naturaleza
inferior, le sería necesario más tiempo para superar sus deseos y quedaría
apegado a la Tierra hasta que fuera totalmente purgado. Si un hombre muere antes
de superar su naturaleza inferior, vive con gente parecida por algún tiempo para
satisfacer sus ansias por el tabaco, el licor o la sangre. Aún el lujurioso
puede obtener algún placer influyendo a otros a que ejecuten actos sensuales, a
fin de que pueda gozar de la satisfacción experimentada por ellos.
Así como el espíritu abandona su cuerpo terrestre al morir, de la misma
manera descarta su cuerpo de deseos cuando termina sus experiencias en el Mundo
de Deseos. Después, pasa al Segundo Cielo.
El cascarón de deseos descartado por el asesino o el lujurioso requiere mucho
más tiempo para desintegrarse que el de un alma avanzada. El cascarón, o sea el
cuerpo de deseos descartado, en el cual se ha inculcado una consciencia
individual, es atraído a los con quienes el Ego había formado lazos o sea con
quienes estuvo relacionado en la vida terrestre. Estos cascarones pueden ser
usados por elementales quienes se apegan a algún médium y se hacen pasar por
Lincoln, Wagner u otro personaje famoso que sin duda ha pasado al Segundo Cielo
desde hace muchos años.
El suicida, aquella pobre alma que por desaliento destruye su cuerpo físico,
es uno de los más desgraciados de los espíritus apegados a la Tierra. El ha
destruido el templo que era la morada del Dios viviente.
El hombre durante su vida terrestre prepara el material con el cual construye
la matriz o el arquetipo del cuerpo que va a usar en su próxima vida. Cada
órgano está fortificado o debilitado según sus actos en la presente vida. Ignora
que sus excesos o abusos reaccionarán y le dejarán con un cuerpo debilitado en
una vida futura. Una vida casta y sencilla construye un cuerpo sano. "Así como
sea lo que el hombre siembre, así será la cosecha que recogerá."
Vemos que la muerte no transforma al hombre; un pecador no se convierte en
santo por el hecho de descartar su vestidura exterior. Aquello que el hombre ha
sembrado en su vida, debe cosecharlo algún día, en algún lugar, pero tiene la
oportunidad de arrepentirse y purgarse de sus pecados mientras se encuentra en
la región inferior del Mundo de Deseos. 0 bien, puede optar por quedarse en esta
región después de la muerte, vampirizando a los demás y frecuentando los nidales
que le atrajeron durante su vida terrestre. Puede robar quizás el cuerpo físico
a alguna pobre alma débil, para seguir con su vida libertina y satisfacer sus
bajos deseos. Pero alguna vez tendrá que pagar por las ofensas cometidas; en
algún tiempo, por sufrimiento y tristezas, tendrá que limpiarse de todos sus
pecados y acercarse a Dios en su cuerpo purificado y espiritualizado.
Nadie que mantenga una actitud mental positiva puede llegar a estar poseso,
porque mientras se hace valer su individualidad, esto es suficiente para impedir
que venga algún intruso. Pero siempre hay gran peligro en las sesiones
espiritistas, donde los asistentes se ponen en estado negativo. La mejor manera
para evitar la posesión es la de siempre mantener una actitud positiva. Alguien
que tenga inclinaciones negativas no debería jamás asistir a sesiones
espiritistas, servirse de bolas de cristal o usar ningún otro método para evocar
los espíritus. Esto es perjudicial en todo caso, pues los que han pasado al más
allá tienen su trabajo que hacer y no se debería hacerlos volver acá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario